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La acción militar sorprendió a la mayoría de los pobladores en pleno sueño. Eran las cuatro de la madrugada del 8 de febrero de 1975. Un pelotón, al mando del teniente coronel José Félix Grau, rodeó el caserío y procedió a allanar las viviendas una por una. Cuando el párroco Braulio Maciel corrió a buscar refugio, fue herido desde atrás en una pierna por un proyectil y cayó al suelo.
“De ahí fue conducido, colgado de pies y manos, hasta una camioneta, y en ella hasta San Estanislao, donde se le practicaron los primeros auxilios, y de ahí hasta la capital. En el momento en que el padre Maciel yacía en tierra, varios campesinos trataron de defenderlo y recibieron la orden de ‘cuerpo a tierra’. En esta posición fueron golpeados con palos”, narra un informe del Obispado de Concepción, del 21 de febrero de 1975.
INCOMUNICADOS. Dos visitantes norteamericanos, monseñor Roland Bordelón y Kevin Calahan, fueron detenidos y remitidos a Investigaciones de la Policía, en Asunción, donde permanecieron incomunicados durante 38 horas, sin poder contactar siquiera con la Embajada de su país.
También fueron arrestados los religiosos franceses Juan Penard y Juan Trembais, de la congregación de los Hermanitos de Jesús, la misionera española Pilar Larraya, junto a catequistas y dirigentes de la comunidad.
En total fueron apresadas 120 personas, incluyendo a pobladores de otras compañías de la región, solo por ser miembros de las Ligas Agrarias. Muchas fueron llevadas a una finca rural que el jefe de Investigaciones, el represor Pastor Coronel, poseía a orillas del río Jejuí, donde fueron sometidos a interrogatorios bajo torturas.
Las tierras arrebatadas a los campesinos fueron entregadas a Ramón Matiauda, primo del dictador Stroessner, quien se constituyó en una especie de señor feudal en la región.
RECUPERACIÓN. Tras la caída de la dictadura, los campesinos de Jejuí emprendieron una larga lucha judicial hasta recuperar su tierra.
“Ahora estamos produciendo 46 hectáreas de sésamo y 20 hectáreas de maíz. El sésamo lo estamos cosechando esta semana”, explica Gregorio Pirulo Gómez Centurión, uno de los fundadores de la comunidad, conocido poeta guaraní y gran defensor de la cultura indígena y campesina.
Este domingo 7, en vísperas del 41° aniversario del asalto a la colonia, los fundadores y sus descendientes realizan un acto en el lugar, en el km 299 de la ruta 3. A las 8.00 se oficia una misa, en la que se recordará a los 29 fundadores de la comunidad, ya fallecidos.
“Ahora tenemos un conflicto con un vecino que se apropió de 20 hectáreas, pero estamos aquí, llevando adelante nuevos planes de producción, de manera asociativa, esta vez con apoyo del Gobierno. Vivimos otros tiempos, quizás ya no somos considerados subversivos, pero el sueño de la comunidad de San Isidro, de vivir como hermanos y producir en común, se mantiene vivo y marca la diferencia en una era en que todo se hace de manera individual”, destaca.
Una bandera paraguaya ondea libre al viento, atada a un rústico mástil, en medio de las tierras recuperadas. Gregorio dice que nunca más la tumbarán.