Las últimas dos semanas fueron de gran celebración para la central hidroeléctrica Itaipú Binacional, puesto que superó la marca de 100 millones de megavatios hora (MWh) generados en solo un año. Ninguna otra represa había logrado esta marca anteriormente, ni siquiera la gran y moderna Tres Gargantas de China, que tiene una potencia instalada muy superior a Itaipú, 22.500 megavatios (MW) contra 14.000.
En consecuencia, los directivos paraguayos y brasileños se congratularon mutuamente por el excepcional desempeño de la usina, que ya lleva 32 años generando energía renovable, aprovechando el bondadoso río Paraná, y beneficiando a ambos países en los sectores económico y social con su producción. Creo que faltó agregar el beneficio que también se le da al sector político.
Por mencionar solo un ejemplo, en los últimos cuatro años dirigentes partidarios de distintos bandos se beneficiaron con el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide), cuyos recursos provienen de la cesión al Brasil de la energía que Paraguay no usa de Itaipú. En total, el monto anual promedia los USD 360 millones, que incluso en este 2016 debe ser mayor (por la superior producción). El dinero, que se envía a las gobernaciones y municipalidades, tenía que ser destinado a mejorar la infraestructura de escuelas, colegios, hospitales, optimizar los accesos, puentes, caminos, etc., principalmente en el interior del país.
No obstante, al parecer fueron los domicilios de caudillos políticos los más favorecidos en gran parte de los 17 departamentos, dado que los nobles fines del Fonacide no se observan y algunos ediles no quieren declarar en qué gastaron la plata. Esto sin siquiera mencionar los recursos que también transfiere Itaipú al Estado por el concepto de royalties desde 1989. A noviembre de este año, la binacional transfirió por royalties un monto total que llega a los USD 5.000 millones.
Allí es donde uno podría parar la pelota y cuestionar el motivo del festejo, puesto que no se ven los alcances de los últimos récords. Y no es por cuestionar a Itaipú; de hecho, la hidroeléctrica está cumpliendo con sus metas. Genera energía, alimenta a casi el 90% del territorio paraguayo y otorga importantes recursos al Tesoro. En la administración del dinero está el cortocircuito.
Lo mismo sucede con la ANDE. Itaipú y Yacyretá no tienen la culpa de los cortes de energía, de la falta de inversión en el sector de la distribución y de otros manejos desprolijos que pueda tener la ANDE. Ambas binacionales, a pesar de sus cuestionamientos, hacen lo que tienen que hacer. El problema pasa por la gestión estatal.
Mientras los gobernantes de turno no entiendan qué significa realmente Itaipú para el pueblo paraguayo y todo lo que puede representar si su producción (en todos los ámbitos) es bien utilizada, seguiremos teniendo una nave espacial estancada en un bache. Hasta que la clase política paraguaya no evolucione, los récords de la hidroeléctrica seguirán siendo mera anécdota, un récord para nada.