El tratamiento poco responsable que se le está dando a algunos temas en los medios de comunicación es realmente preocupante. Ya es casi hasta normal que se impongan fotos o imágenes sangrientas de accidentes o asesinatos, para el regodeo del más morboso consumidor de informaciones. También se está haciendo costumbre publicar con total desparpajo nombres de menores de edad que fueron violentados. Ambos casos no aportan a la información misma. Quienes manejan el famoso rating en televisión o los que cuentan los clicks en las redes sociales saben de más que los titulares que contengan las palabras “abuso”, “sexo”, “violencia”, etc., son los que tienen mayor alcance frente a cualquier otra noticia.
Pero ¿cuál es el límite? El límite son los derechos de las personas y más aún si estas se encuentran en una situación vulnerable; el límite es el respeto hacia la dignidad humana y el respeto a la vida privada. Si no mantenemos esta posición, si pasamos por encima de toda ética, los comunicadores estamos poniendo en riesgo el principal motivo de nuestra existencia profesional: el deber con la sociedad. Al contrario, contribuimos a que se silencien casos de abusos por temor de la víctima a ser tratada de una manera vana y poco profesional. Como periodistas también sabemos que hay muchas maneras de concienciar sobre abusos y violencia contra menores de edad; no precisamente con palabras violentas, vulgares y morbosas es que vamos a “sacudir” a la gente para que haga campañas de repudio hacia estos actos o alcen la voz para que los culpables paguen, así solo exponemos a las víctimas y creamos más violencia.
No creo que por un título extremadamente vulgar las personas se indignen más frente a los casos de abuso o violencia, esto no justifica el sensacionalismo y la irresponsabilidad. Una información tratada equivocadamente puede provocar mucho más daño del que se cree.
Con relación al tratamiento que un sector de la prensa le dio al hecho de violencia contra una niña en Pedro Juan Caballero, el Sindicato de Periodistas del Paraguay recordó que las normas éticas de este gremio, así como las leyes nacionales e internacionales y el Código de la Niñez y la Adolescencia, “establecen claramente que las informaciones que tratan sobre niños, niñas o adolescentes en situaciones de riesgo, deben evitar revelar la identidad de estos”, punto que muchos trasgreden sin reparo.