El caso de uno de los 16 presidiarios recientemente indultados por el presidente de la República revela con tanta nitidez la ineficiencia y falta de amor propio que caracterizan a la labor que desempeñan una gran mayoría de los funcionarios públicos.
Con otros 5 varones y 10 mujeres, el hombre de esta historia se benefició el pasado 18 de noviembre con un indulto presidencial concedido, a pedido del papa Francisco, como un acto de caridad por el Año de la Misericordia.
Sin embargo, en el sistema de la Corte Suprema Justicia (CSJ) no figuraba que Isabelino Franco Benítez se encontraba procesado por un caso de abuso sexual en niños, además del de homicidio por el que había sido condenado y se hallaba en la cárcel.
Detrás del sistema informático están personas concretas, funcionarios responsables de cargar los datos en el banco de datos, en las fiscalías y en los juzgados.
¿Se imaginan el riesgo que entraña el que no estén siendo registrados los imputados y hechos punibles con la minuciosidad que requiere un tema tan delicado como este?
¿Quiénes son los responsables de una situación como esta?
A partir de lo sucedido, es inevitable que los ciudadanos miremos con mayor sospecha aun a varias instituciones y que quedemos con la connatural necesidad de que algunas de las autoridades se dignen a brindar una explicación, puesto que el acto del indulto dejó mal parado al propio presidente de la República.
Confiado en el trabajo de varias instituciones involucradas para estudiar la lista de posibles beneficiarios, el mandatario autorizó con su firma el acto de perdón por el que las 16 personas se ganaron la libertad antes de cumplir totalmente sus respectivas condenas.
Estamos hablando de una tarea interinstitucional que involucra al Ministerio de Justicia, el Poder Judicial, la Pastoral Penitenciaria y otras, como la Dirección General de Establecimientos Penitenciarios y Ejecución Penal. Por eso, y porque se supone que pasa por varios filtros, menos aún pueden permitirse error alguno.
Hubo una negligencia terrible en este caso. No solo por el hecho de que no figuraba que el personaje tiene otra causa abierta por violación, sino porque precisamente se le otorgó la libertad a alguien que cometió uno de los delitos que descalifican al reo para recibir esta gracia. ¡Qué lamentable!