29 mar. 2024

Huracanes: ¿Quién tiene la culpa?

Guido Rodríguez Alcalá

Para un grupo de predicadores evangélicos norteamericanos, la respuesta es simple: los homosexuales; para castigarlos, Dios mandó el huracán Harvey a Texas (véase el artículo del Independent “Gay People to Blame for Hurricane Harvey”). Argumentos similares se utilizaron para oponerse a la instalación de los pararrayos o la aplicación de la vacuna antivariólica, porque los rayos y la viruela eran castigos de Dios contra los que no se podía. Por suerte, la racionalidad ha ganado terreno; lentamente, pero lo ha ganado.

Ahora bien, una cosa es el fanatismo y otra cosa es la tergiversación deliberada de la verdad, que en este caso es: la acción humana influye en el cambio climático, que aumenta la frecuencia y la intensidad de los huracanes; en esto coinciden la casi totalidad de los estudios científicos serios. Ya lo sabía la empresa petrolera Exxon hacia 1978, porque encomendó a un grupo de científicos una investigación sobre el tema; los resultados de la investigación fueron que, si no se limitaba el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón), las consecuencias serían funestas para el clima, y para la población de nuestro planeta. Por razones económicas, Exxon invirtió millones de dólares para hacer creer que el cambio climático era una mentira. En la campaña de desinformación, Exxon no ha sido la única culpable, como bien explica Naomi Klein en su último libro, Decir no no basta.

Pese a la desinformación malévola, crece la conciencia de que el cambio climático es una realidad y se debe hacer algo al respecto. Sobre el asunto, el periodista conservador Andrés Oppenheimer ha publicado un interesante artículo, no el primero: Los huracanes traen un mensaje para Trump (abc, 12/9/17). Si Oppenheimer y Klein, el papa Francisco, el Pentágono y la CIA, junto con varias empresas multinacionales, concuerdan en que el cambio climático es un hecho y no una invención, es porque la convicción va más allá, es porque el problema va mucho más allá de los intereses ideológicos y políticos. No necesito mencionar la importancia del Acuerdo de París.

¿Qué se puede hacer? Muchas cosas, y no se necesita inventar la pólvora. Las energías verdes o no contaminantes ganan terreno porque se vuelven más baratas y seguirán bajando de precio, como el automóvil bajó de precio con la producción en masa. En la India, los paneles solares han bajado de precio y se han popularizado. En ciertas zonas de Australia y Estados Unidos, la energía solar es más barata que la convencional; supongo que también podrá serlo aquí, donde no falta sol. Existen empresas dedicadas a la energía solar, como iniciativas para emplearlas, ¿por qué no apoyarlas más y multiplicarlas? Aunque desconfío del Gobierno, este es un terreno en que la actividad gubernamental podría ser positiva.