Por Carlos Elbo Morales
carlos-morales@uhora.com.py
Conocido en el continente por sus métodos para bajar de peso y actualmente coordinando el Programa de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad, el doctor Alberto Cormillot conversó con ÚH sobre la epidemia de kilos de más a nivel mundial. Se refirió en especial al poder de la industria de los alimentos procesados y las bebidas gaseosas que tienen una fuerte incidencia en los altos índices de obesidad, principalmente entre los niños.
Cormillot también habló sobre las políticas públicas de los Estados ante este problema. Sobre el mismo tema disertó ante los presentes en el workshop realizado del I Curso Transdisciplinario de Sobrepeso y Obesidad, realizado ayer en el Centro de Convenciones de la Conmebol.
–¿Cómo estamos hoy en el mundo con el tema de la obesidad?
–Hoy en todo el mundo y en toda la región, hay una verdadera crisis alimentaria. Por un lado conviven el exceso de peso con la desnutrición. Con el exceso de peso está el aumento del colesterol. En Argentina, creo que acá hay números parecidos, cuatro de cada 10 personas son las que padecen este problema que trae consigo el aumento de la hipertensión, del exceso de grasa, de problemas serios como la diabetes.
–¿Cuál es la incidencia?
–En una casa el papá puede estar con diabetes, la mamá con hipertensión, el nene con sobrepeso y además puede haber una abuela con osteoporosis, que se produce por mala alimentación. Si se toma la alimentación, la actividad física y el alcohol, agregándole el cigarillo, se ve que esa combinación produce el 70% de las enfermedades en las personas. El 30% restante corresponde a las otras enfermedades. La alimentación es más o menos, diría el 50% de la base, en unos 10 o 20 años, en la vida de una persona. Pero no solamente en la vida, sino en la calidad de vida.
–¿Se dimensiona la gravedad de la obesidad?
–En nuestras regiones se le da mucho más importancia a las enfermedades como el dengue, zika, chikungunya, que aparecen todos los días. La cantidad de gente que va morir por obesidad es 50 veces mayor de la que morirá por cualquiera de esas causas. Eso no quiere decir que esas otras no sean importantes.
–¿Cómo ven los Estados este problema?
–El asunto es qué grado de importancia se le da, tanto en políticas públicas, asignación de recursos, desde el discurso. Es muy probable que las autoridades de salud hablen mucho más del zika o las vacunas que de la obesidad, la diabetes y la hipertensión. Ahora en Argentina la hipertensión es noticia en el país porque se hizo un congreso donde se comunicó lo que pasa con este problema. Hay un doble drama, por un lado es el mismo problema de la obesidad y por otro la negación de esta realidad.
–¿La pandemia es exclusiva responsabilidad de la gente?
–Muchas veces se confunde la responsabilidad de las personas con lo que es la responsabilidad social. Todo esto es epidemia, cuando tenés un problema que ataca a tantas personas, por lo que sé en Paraguay está en el 57%, no se les puede echar la culpa a ellos. Cuando se tienem esos números y va creciendo, es una epidemia que se trata con elementos sociales. Si es una epidemia infecciosa se trata con higiene, jabón o vacunas o antibióticos, pero si es de tipo social como la que se está viviendo actualmente, se encara con regulaciones que deben aplicarse.
–¿Quiénes tienen parte de la responsabilidad en el avance de este drama?
–Esta epidemia está producida por un avance incontrolable de la industria de la alimentación y la bebida, sin una debida contrapartida de parte del Estado. El mejor ejemplo que uno puede tener de esto es que las fábricas de autos han hecho modelos con cada vez mayor velocidad. Pero la autoridad te dice que vos no podés andar a altas velocidades y te marcan un límite de lo que produjo la industria.
Si a la industria no se le ponen los límites desde el Estado, como se le ha puesto al tabaco, la industria avanza sin freno. La industria de la alimentación es muy poderosa en todos los países, por un lado por la distracción de las autoridades y en otro por el fuerte lobby que hacen, junto a las firmas de bebidas azucaradas, para que las legislaciones se traben o no se produzcan.
–¿Cómo el Estado puede regular la industria, sin que esta se escude en el libre mercado y la no intervención del Estado?
–Eso es como si aparecieran los fabricantes de autos y dijeran que no se puede regular la velocidad. Esa es una opinión de ellos. Depende del otro lado hasta dónde tiene el poder para hacerles frente. En Argentina, a pesar de tener una historia muy antigua con la nutrición y desde que se creó el Ministerio de Salud en la década del 40, nunca hubo un sector destinado a la alimentación. Ahora me pusieron a mí a cargo no porque sea el que más sepa, sino porque la gente me conoce, alguien confiable y reconocido. Ahora estoy intentando crear el Instituto Nacional de Nutrición para que esto no se base en una sola persona. Un instituto tiene fuerza.
–¿Se puede llegar a acuerdos con las industrias?
–Es muy difícil, salvo que uno tenga un tipo de poder. Mi plus es que estoy en los medios, por lo tanto, mi posibiblidad de hacer comentarios favorables o negativos es muy alta. Tengo esa posibilidad, que la uso.
–¿Alguna vez tuvo encontronazos con las industrias?
–En mi caso he estado enfrentado con la industria del azúcar y la gaseosa durante mucho tiempo. Hace diez años iniciaron una demanda penal porque yo decía que el azúcar engordaba y ellos decían que no era cierto. Me llamaron a una audiencia de conciliación y dije que no iba a ir, que iría a juicio, uno que sea bien grande y se enterara todo el mundo. Les dije que si me seguían molestando diría que además de engordar, el producto generaba cáncer, diabetes, hipertensión, etc. Yo sigo con mi campaña contra el azúcar y ellos promocionan más sus productos ligth, sobre los cuales no hay evidencia alguna de que causen daño.
–¿Cómo se produce la conciencia hacia el problema?
–Resulta que los más afectados son los chicos, eso sensibiliza a la población. En Argentina cuatro de diez chicos están con exceso de peso, tienen diabetes, tienen el hígado graso, tienen enfermedades que tenían los adultos solamente. Hay muchas consecuencias físicas y sociales a causa del sobrepeso.
–¿Qué se puede hacer?
–Educación alimentaria para los chicos, los maestros, los padres y también educación antibullyng. Yo propuse y llevé adelante una iniciativa, por cuenta mía, de que las madres sean las que vigilen la alimentación de los chicos en la casa y cantinas de colegio. Debe haber también un trabajo coordinado con varias instituciones del Estado. Chile es un ejemplo de lo que se puede hacer con un instituto de nutrición fuerte. No solo reglamentan lo que puede haber en el colegio, sino a 400 metros de él también.