“Fue un ídolo del teatro popular y creo que fue uno de los mejores directores que tuve, de la talla de Roque Centurión Miranda, Mario Prono y Carlos Gómez. Además de ser actor y director, para mí Ernesto Báez sobresalió porque el público mismo lo aclamaba, lo adoraba y se reía con él”, señala el comediante Rojas Doria, quien integró su elenco durante 17 años y fue su alumno en la Escuela de Artes Escénicas de Asunción.
“La mayor parte del teatro popular la compartí con él y otros grandes de las tablas nacionales”, dice Rojas Doria, quien próximamente lanzará un libro con fotografías donde recordará a la compañía.
Ernesto Báez fue uno de los primeros paraguayos que actuaron en el cine en la década del cincuenta, participando en recordadas películas como El trueno entre las hojas (1956) y La burrerita de Ypacaraí (1962), ambas dirigidas por Armando Bó, además de La sangre y la semilla (1959), de Alberto Du Bois, entre otras más.
DETALLES. Nacido en Asunción el 2 de octubre de 1916, Ernesto Báez se inició en el arte con el padre Juan Casanello, en el Colegio Salesianito, y luego con el mítico Julio Correa.
Tras participar en la Guerra del Chaco (1932-1935) escribió varias obras teatrales, entre ellas A la sombra del Ingá (la primera), Mbarete ruvicha, Pokarê, Máta matakuete y Pombero ñemboki.
En 1948 creó la legendaria compañía Báez-Reisofer-Gómez, con Emigdia Reisofer y Carlos Gómez. En los cuarenta Báez estrenó La señora del ministro, obra que fue interrumpida por la policía para detenerlo, pero Ernesto escapó y huyó al exilio.
Entre sus grandes éxitos figuran El comisario de Valle Lorito, Hilario en Buenos Aires y La Madama, con 14 días en el Teatro Municipal y 19 en el Splendid, todos con sala llena. También redactó las letras de canciones como “Ofrenda”, “Canción de paz”, “No me olvides”, “La burrerita que se fue”, “Canción a la madre” y otras más.