Algunos permanecen días, semanas y hasta meses. Esperan en los pasillos, acampan en la vereda y mientras descansan unas pocas horas, el relevo cuida del paciente, sube y baja las escaleras llevando en sus manos la receta médica o la orden para un análisis. Horas después este ciclo se repite.
Estos son los familiares de los asegurados internados en urgencias o en terapia del Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS) que, aparte de las angustias y preocupaciones, deben aguantar la falta de infraestructura que, aseguran, hace acrecentar el “suplicio”. El albergue y la sala de espera colapsan con la cantidad de familiares que acompañan a los pacientes y muchos deben salir a buscar en el patio un espacio con sombra en donde acomodarse en días de intenso calor.
La asegurada María Cardozo así lo hizo. Ella trajo de Coronel Oviedo su colchón, el equipo de tereré y una conservadora y se colocó en un costado del hospital. Acampa aquí desde hace 9 días con sus hermanos porque su madre está en terapia. “Es difícil e incómodo estar acá por el calor. Te morís en los albergues, una parte es linda, pero otra parte no. Ahí no pudimos ni meter una silla. Nosotros tenemos derecho también de descansar. No tenemos donde asearnos. Tenemos que pedir permiso a los guardias”, explicó Cardozo. Esta queja es la constante entre los familiares.
Otra de las denuncias hace referencia al hacinamiento en Urgencias, donde desde afuera puede notarse la aglomeración de pacientes en los pasillos. Días atrás se viralizó la foto de una embarazada aguardando atención acostada en el piso.