De repente, todo se puso negro. Por un celular y un poquito de dinero, Ricardo fue baleado por un motochorro. Pasó varias noches en el Hospital del Trauma y tuvieron que amputarle una pierna. Carlos también fue baleado en Villa Elisa el martes pasado y aunque su pronóstico es reservado, el joven lucha ferozmente para no caer derrotado.
Mientras los policías buscan nuevas víctimas de extorsión y los militares espían a estudiantes, estos ladrones sobre ruedas no pierden el tiempo. Los robos se realizan a plena luz del día, de noche, en el centro de Asunción, en Carmelitas o en el interior.
Ir a la despensa de la esquina o sentarse en una parada de ómnibus convierte automáticamente a cualquier ciudadano en potencial víctima de estos delincuentes, quienes aprovechando la nula presencia policial, impusieron su tiranía en las calles.
Aquellos que acostumbraban a conversar compartiendo rondas de tereré en la vereda, ya sea con la familia, vecinos o amigos, hoy se volvieron esclavos de los motochorros. Ellos dictan cuándo uno puede salir a caminar o andar en bici y cuándo debe quedarse en casa encerrado.
Los inaguantables ruidos que hacen los caños de escape del 99% de los biciclos, se convierten en la única advertencia para todo aquel que se atreva a seguir en la vía pública. A la segunda vuelta que dan, ya no hay tu tía.
Si vienen de a dos en una motocicleta. Si circulan sin luz y a poca velocidad, uno ya se imagina lo peor. Es que, la innumerable cantidad de “golpes” que realizan diariamente estos motochorros creó también un ambiente de paranoia generalizada en la gente.
Terapia intensiva. Según el director del Hospital del Trauma, Aníbal Filártiga, ese nosocomio recibe a unos seis heridos por motochorros a la semana. Prácticamente un paciente por día.
De las 600 bandas de delincuentes sobre ruedas, el 50% opera entre Asunción y las ciudades aledañas, acorde a estudios hechos por la Fundación Socorro.
Si tenemos en cuenta que la misma Policía Nacional ayudó a la organización a recolectar estos datos –según aseguró su titular, Luis Calderón–, la situación no es para nada alentadora.
Si los agentes de seguridad tienen la información acerca de la conformación de las bandas de delincuentes y sus zonas de operación, pero los asaltos aumentan con el correr de los días, significa que hay mucha tela que cortar.
La gente necesita una depuración urgente en la Policía, de lo contrario, la tiranía de los motochorros seguirá eternamente.