12 may. 2024

Es imprescindible un radical cambio del sistema educativo

El gran déficit de la Educación Escolar Básica y la Media fue ratificado en los exámenes de ingreso de facultades de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Los contenidos aprendidos en esos niveles previos de la enseñanza terciaria fueron poco menos que inútiles para superar las pruebas de admisión. Por eso, los cursillos siguen siendo buen negocio y son instancias donde los alumnos verdaderamente estudian y aprenden lo que va a aparecer en los exámenes de ingreso. Afortunadamente, la UNA no se ha sumado a la general mediocrización de la educación paraguaya al mantener sus estándares de exigencia. Esto debe servir para iniciar un proceso de profunda transformación en todos los niveles del sistema educativo.

Una de las constantes de la educación paraguaya es la mediocridad. Los alumnos, por lo general, no aprenden más. Y si lo hacen, sus conocimientos carecen de relevancia para poder asumir con responsabilidad compromisos profesionales. Esta apreciación sirve tanto para la educación de gestión oficial como para la gerenciada por el sector privado. Y alcanza a todos los niveles, desde la Educación Inicial hasta la Terciaria.

Excepciones hay, pero a la hora de confrontar las dos realidades el peso mayor recae en aquellas instituciones que enseñan, pero donde los alumnos no aprenden lo suficiente para no necesitar de un cursillo de ingreso.

Como la universidad es un punto de llegada en el que confluyen los estudiantes de todo el país, con el ánimo de adquirir conocimientos teórico-prácticos de un quehacer humano que les permita realizarse como seres humanos y alcanzar metas de orden económico, allí es donde se percibe el grado de formación de los estudiantes que han pasado por las etapas de aprendizaje básicas esenciales.

Universidades como la Nacional y la Católica mantienen la sana tradición de someter a los estudiantes a una prueba antes de ingresar a sus aulas a seguir una carrera. Esto se da a través de los exámenes de ingreso o el semestre que equivale a lo mismo, aunque aquí la presión no sea tan drástica como en las pruebas únicas donde los estudiantes se juegan en cada materia su futuro.

En las otras universidades, por lo general, la norma es pagar e ingresar. No puede desde luego ser de otra manera, porque su fin primordial no es entregar a la sociedad ciudadanos aptos para un desempeño de calidad en un área específica, sino lucrar.

Hablando en términos pragmáticos, las universidades “de garaje” no son sino la adecuación a la materia prima existente y la continuidad de las educaciones primaria y secundaria cada vez más degradadas —en términos de resultados y consecuencias—, a lo largo y ancho del país.

Lo que decía la madre de un estudiante de Medicina que acaba de ingresar a esa carrera de la UNA es una síntesis de lo que hoy sucede, aunque se quedó corta. “La enseñanza del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) no da ni para presentarse a Miss Paraguay”. Se refiere a la enseñanza pública, pero olvida que la privada tampoco —salvo excepciones— está a la altura de lo que se exige para ingresar a las universidades exigentes.

A la par de pelear por mejorar la infraestructura, que los kits lleguen a tiempo a las escuelas y el almuerzo y la merienda escolares, es necesario enfrentar los problemas más graves del sistema educativo: el contenido y los docentes de la enseñanza en la educación pública y en la privada.

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