27 jul. 2025

Elegir a los menos malos

Susana Oviedo – soviedo@uhora.com.py

La exposición de los candidatos a presidente durante el mal llamado debate presidencial sirvió sobre todo para comprobar el escaso conocimiento, en niveles diferentes, que tienen los dos presidenciables que encabezan la competencia electoral sobre los derechos humanos, estructura del Estado, además de una visión de país a largo plazo.

Algo llamativo considerando que ambos fueron legisladores y tienen experiencia política. Uno más que otro, por cierto, ya que además fue ministro de Obras Públicas.

De todos modos, los dos ya transitaron por ámbitos en los que se supone que se toma conocimiento sobre diversos temas, y se aproxima a la realidad del país y la región.

A pesar de esto, ninguno de los dos demostró tener dotes de estadista, lo que no resulta nada alentador para pensar con optimismo respecto al nuevo periodo de gobierno que se iniciará en agosto. Y para constatarlo igual hubiera sido que tuvieran 1 a 5 minutos en esa exposición pública que nos ofrecieron el domingo de noche para responder a las preguntas que les formularon.

Alguien que tiene claro lo que quiere hacer y hacia dónde quiere conducir al país, y maneja además con alguna solvencia los temas de Estado y la coyuntura, puede transmitir con claridad lo que cree que debe hacerse, y no andar con rodeos para decirlo, caer en ambigüedades o recurrir a frases hechas como respuestas a la interrogación mediática, tal como lo vimos con los dos postulantes al sillón presidencial, por los partidos tradicionales y mayoritarios.

Efraín y Mario Abdo no son las mejores opciones, así como no lo fueron Cartes, Lugo, Nicanor, Wasmosy ni Cubas Grau mirando en retrospectiva. En cierto modo, los paraguayos nos hemos habituado a afrontar cada cinco años el duro dilema de elegir entre las opciones menos malas y a resignarnos al famoso “es lo que hay”. Mientras, vemos repetirse la historia que gira otra vez en torno a un inacabable bipartidismo. Así estamos. Lo único que podría marcar la diferencia es que en el momento de votar nos aseguremos de hacer una estricta selección de a quiénes elegir para senador/a y diputado/a tomando como parámetro principios como pluralismo, idoneidad, honestidad, trayectoria y propuestas de la variopinta oferta de candidaturas independientes y de partidos minoritarios que están a consideración de los electores. Entonces, quizá, aún la inevitable presencia de varios impresentables que gracias a las listas cerradas volverán a formar parte del Parlamento, se podría insuflar cierto aire de cambio en el Congreso y confiar que funcione el equilibrio de poderes.

A pesar de las listas sábana y de la escasa calidad de muchas de las candidaturas y propuestas, cada ciudadano tiene una nueva oportunidad de intentar elegir a conciencia y ejercer un voto informado y libre.

Las cartas están echadas. Tomar las correctas es el desafío. Sobre todo, porque implica decidir más allá de las predicciones electorales que arrojaron las distintas encuestas y que, posiblemente, condiciona el voto de mucha gente. Un acto de madurez será acudir a las urnas con la actitud del más exigente y estricto gerente a la hora de contratar personal.