En este 16 de agosto, Día del Niño en el Paraguay, abundarán nuevamente los discursos y los actos de homenaje en conmemoración a los niños mártires de la Batalla de Acosta Ñu, ocurrida el 16 de agosto de 1869, en la etapa final de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), que enfrentó a nuestro país contra el Brasil, la Argentina y el Uruguay.
Aunque generalmente resulta polémico asociar una fecha de celebración, de fiestas y de regalos para los más pequeños con una magna tragedia bélica, lo cierto es que la realidad actual en que se desenvuelve gran parte de la infancia en Paraguay sigue siendo un gran desafío, que implica enfrentar otras formas de batalla, esta vez contra la pobreza, el analfabetismo, la exclusión y la falta de mejores políticas de asistencia para los niños y las niñas.
Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), actualmente, de cada 1.000 niños y niñas que nacen en el país, 19 mueren antes de alcanzar los 5 años, 16 antes de cumplir el primer año y 11 antes del primer mes de vida. Asimismo, el 44,1% de la niñez menor de 5 años sufre o está en riesgo de desnutrición.
El organismo destaca que en el plano del acceso a una buena salud, nutrición, estimulación y protección en los primeros años de vida, la lactancia materna exclusiva, recomendada para un correcto desarrollo, es practicada solamente por 1 de cada 4 mujeres (24,4%) y el 44,1% de los niños y niñas están desnutridos o en riesgo de desnutrición.
Del mismo modo, el estudio indica que el porcentaje total de abandono en todos los niveles educativos es mayor al 3,0%, registrándose el porcentaje más elevado en el tercer ciclo de la educación escolar básica (5,3%).
Un aspecto a tener en cuenta es el de la niñez de los pueblos originarios, pues solamente 7 de cada 100 familias indígenas acceden a agua potable, mientras que la cobertura a nivel nacional es de 65% en el estrato más pobre. La tasa de desnutrición crónica afecta al 41,7% de los niños y niñas indígenas, siendo que a nivel nacional esta cifra es del 17,5%.
Estos son solamente algunos aspectos de una realidad social que sigue siendo dolorosa en lo referente a la problemática de los niños y niñas. Por ello, más allá de los discursos grandilocuentes, de las meriendas con torta y chocolate, y de la entrega de regalos en actos populistas, urge emprender acciones de transformación real, que permitan disminuir la brecha de marginalidad en que se debaten miles de familias, especialmente los más pequeños.
El verdadero homenaje a los niños y las niñas en su día sería darles una vida más digna a ellos y a sus familias.