Stroessner (el sanguinario dictador) era así. En 1977 promovió la Constituyente que aprobó su libreto de la reelección eterna. Desde entonces era un presidente legalmente reelecto, en comicios amañandos, pero legitimados por cierta oposición colaboracionista, como entonces, como después, como hoy.
El problema de fondo no es la reelección de un mandatario. La figura no es incorrecta. El problema somos nosotros, nuestros políticos y los gobernantes que surgen de esa peligrosa combinación de corrupción, prebenda y maniqueísmo electoralista. Y de una ideología y prácticas altamente nazi-fascistas que peligran absolutamente todo. He ahí la cuestión.
Entonces, la intención de Cartes, y de varios antecesores, siempre será una amenaza contra la humanidad. Sin sutilezas. Peor aún en un país narcopolitizado, que va vertiginosamente hacia su mexicanización (con las disculpas a los mexicanos de bien).
El hombre de los cigarrillos y otras bagatelas sueña con perpetuarse en el poder. No porque le importe el país, que demostró sobradamente ni le viene ni le va, y que hasta lo desprecia. Sino porque necesita la inmunidad e impunidad para protegerse jurídica y políticamente y para poder seguir haciendo negocios y negociados.
En ese afán puso a correr a todos sus operadores y a circular el efectivo que hiciera falta para allanar voluntades, principios, argumentos, normas, leyes, vidas, convicciones, orgullo, coherencia, etc.
El propósito lo dejó explícito hace unos días. No renuncia a la reelección; y si bien después de la convención colorada que dio un bochornoso espectáculo de abyección y deplorable sometimiento de tirios y troyanos, pidió a los diputados rechazar el proyecto que busca incorporar la reelección vía enmienda constitucional, no descarta la otra posibilidad, la reforma. Y aquí es donde se abre otro escenario mercantil en la política parlamentaria.
Ambas Cámaras del Congreso deberán impulsar la reforma. Tiempo hay, hasta agosto de 2017. Y si bien los opositores –colorados y no colorados– rechazaban la reelección vía enmienda, ahora no tendrán excusa. La Justicia Electoral, copada por colorados, tampoco opondrá razones. El plan Cartes está en marcha. Esto puede habilitar contrincantes eventuales para 2018, como los ex presidentes Fernando Lugo y Nicanor Duarte Frutos. Sin embargo, siempre habrá chicanas para neutralizarlos.
El partido cartista está asomando cabeza. Igual que cuando emergió el stronismo desde el Partido Colorado.
Los dictadorzuelos se incuban todos los días, el asunto es evitar que eclosionen...