Carlos Elbo Morales
Arrullado por las aguas del río Paraguay y la brisa del viento, por el Peñón de Limpio, ubicado en Piquete Cué, el tiempo resbala desde años inmemoriales. Ahora la gestión conjunta de dos municipios y la inminente declaración como patrimonio cultural nacional permitirán el reacondicionamiento del castillo que fue construido hace más de 80 años. También contribuirá a potenciarlo como opción turística cercana a la capital.
Aldo Enciso, coordinador de Turismo del Departamento de Cultura de la Municipalidad de Limpio, adelanta que solo falta determinar la ubicación exacta del Peñón.
“Ese trabajo lo hará en unos días la Secretaría Nacional de Cultura”. Revela que, aun con el deterioro y el estado de abandono, el sitio es muy visitado.
La declaración permitirá contar con asistencia técnica para reestructuraciones, arreglos y mantenimiento del lugar, adelanta Enciso. Además, está prevista la firma de un convenio entre Villa Hayes y Limpio para impulsar en conjunto este atractivo, ya que ambas localidades comparten la roca.
El trabajo de darle un rostro renovado al Peñón tiene como fin potenciar la actividad turística en Piquete Cué, donde existen comedores con un menú basado en pescado. A ellos se suman los poseedores de embarcaciones, que se encargan de transportar a los interesados hasta el sitio, que es todo un símbolo de la localidad.
CARACTERÍSTICAS. Desde el río, la roca se eleva en medio de tres departamentos, Central, Cordillera y Presidente Hayes, y entre dos regiones, la Oriental y la Occidental. Según revela el referente de turismo, el sitio marca el inicio de la Cordillera de los Altos. “Este lugar era denominado por los indígenas de la zona como el valle del Itapúa, por esta piedra que está en el río”.
El castillo fue construido alrededor de 1936. Según señala Enciso, existen dos versiones sobre su edificación. La primera, que también tiene su contraparte, refiere que el capitán de Fragata de la Armada Nacional Lázaro Aranda levantó la construcción con el fin de llevar ahí a un hijo que padecía de lepra.
Otra versión señala que la Armada erigió dicho lugar, con un faro incluido, para guiar a las embarcaciones en esa zona muy rocosa. Algunos indican que fue el mismo Aranda el responsable de esto.