19 abr. 2024

El pacto de San Petersburgo

Por Estela Ruiz Díaz

Estela Ruiz Diaz

Hace un mes el presidente del Congreso y precandidato colorado disidente a la presidencia de la República, Mario Abdo Benítez, y el ex presidente, senador y aspirante a la reelección presidencial, Fernando Lugo, compartieron viaje a la lejana Rusia. Eran momento de tensión política para el presidente Horacio Cartes por las calientes negociaciones con los campesinos y cooperativistas.

Las largas horas en el avión y lejos de los radares oficialistas, ambos dirigentes, en las antípodas ideológicas, hablaron de las coincidencias, pero sobre todo del futuro. Ambos coinciden en su posicionamiento contra el Gobierno. De hecho, Mario Abdo logró presidir el Poder Legislativo gracias al apoyo clave del Frente Guasu. La alianza política siguió con apoyos mutuos en proyectos de ley, aunque no lograran concretar a raíz de la férrea oposición en Diputados. Pero la experiencia sirvió para probar que juntos podían frenar la hegemonía cartista. Desde ese punto de vista, ambos sectores evalúan exitosamente el acuerdo, aunque no lograran modificar un ápice la perversa estructura del Estado.

El pacto, dicen algunos que allí se consumó, es que el Frente Guasu siga apoyando a la disidencia para presidir el Congreso, aunque en un sector del luguismo ya hay malestar por la actitud zigzagueante de Marito.

TANTEOS DE PODER. El 2018 es lejano para algunos, pero midiendo en tiempos políticos, está a la vuelta de la esquina.

Previamente a las internas partidarias que serán el año que viene, hay otras pulseadas que consolidan o debilitan los liderazgos. Entre ellas las presidencias de las cámaras del Congreso, especialmente del Senado, que a la vez preside el Poder Legislativo.

En este contexto, la exitosa alianza entre la disidencia colorada y la Multibancada integrada por el Frente Guasu de Lugo, el PDP, el PEN y liberales disidentes que encumbró el año pasado a Marito, ha sufrido alteraciones con negros nubarrones que ponen en peligro la fuerza antioficialista.

A fines de junio se elige al titular del Senado y este es el escenario en el que Cartes medirá su fuerza. No tiene los votos para que un oficialista sea elegido, pero busca maniobrar para quebrar la disidencia. Así debilitará la figura de Mario Abdo, ya lanzado precandidato presidencial. En este contexto se mencionan negociaciones con el PLRA llanista.

El senador Cachito Salomón es el candidato para presidir el Senado por la disidencia colorada y espera replicar la alianza con la izquierda. Tanto es su deseo de coronar su carrera presidiendo el Congreso que no tuvo empacho en plantear acuerdos más allá del Parlamento: “Creo que si el Partido Colorado se abre a las alianzas, obligatoriamente los sectores Honor Colorado (Cartes) y Colorado Añetete (Marito) van a buscar alianzas. Evidentemente Colorado Añetete está mucho más cerca de Fernando Lugo”, había señalado una vez moviendo el avispero.

Pero esta alianza está lejos de la probabilidad, aunque los actores simulen simpatías como fuegos de artificio. De hecho, Lugo nada mejor en las aguas coloradas que liberales, tras su experiencia traumática del 2012. Pero demasiado acercamiento con la ANR también le puede jugar una mala pasada. Una cosa es pactar para incordiar a Cartes, pero ese acercamiento puede quemar al Frente Guasu. ¿Hasta qué punto la izquierda puede sostener un pacto con un partido ultraconservador que representa todo lo contrario de sus convicciones? Por su propia sobrevivencia política esa amistad tiene fecha de vencimiento.

ALIANZAS, LA CLAVE PARA EL 2018. En ese contexto, los líderes con aspiraciones presidenciales exploran eventuales acuerdos extramuros partidarios. Esto en la oposición no es novedad. En toda la transición y en distintas modalidades eleccionarias, han tejido acuerdos exitosos. Caso Lugo para la presidencia en el 2008, y el más reciente, Ferreiro para la Intendencia capitalina. En ambos casos, el PLRA fue clave como partido soporte.

La sorpresa sería que el Partido Colorado decida explorar este escenario exótico hasta hoy en su vida institucional posdictadura.

Pero el tema está empezando a calar en la dirigencia. La derrota de Arnaldo Samaniego en Asunción fue una señal de alerta, sobre todo porque hubo acercamiento de sectores independientes que le ofrecieron apoyo, pero que por soberbia fue rechazado con la consecuente derrota.

Son temas que surgen en los análisis de laboratorio y que también que se bajan en la mesa de negociaciones más reales y cortoplacistas como las mesas directivas del Congreso.

Como el año pasado, la izquierda tiene peso a la hora de tejer alianzas. Pero ese acuerdo ya no tiene tanta fuerza porque Cartes logró recuperar algunos votos.

La puja de poder en la ANR ahora se centra en el Senado. El presidente apuesta a ganar con la derrota de la disidencia.

Como señala un legislador de la liga anticartista: “Seguimos contando votos, entonces veremos si lo de San Petersburgo confirma un nuevo pacto o termina en simple anécdota”.

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