Cuando una amiga me cuenta que luego de 3 meses de intentar realizarse en el IPS los chequeos ginecológicos preventivos, finalmente, cansada, recurrirá a un servicio privado, cuesta evitar compartir la impotencia que provoca una situación como esta.
Más aún, considerando que los paraguayos que contamos con la protección del seguro social de la previsional formamos parte de ese 18% de ciudadanos privilegiados de este país.
Pero en la práctica resulta que el sistema de salud sigue sufriendo las consecuencias de una mala administración que arrastra de años, a pesar de que con cada nuevo gobierno han cambiado al presidente y los miembros del Consejo de Administración de la entidad.
Otra situación que atenta contra el buen funcionamiento y la buena administración de los fondos de salud de la previsional es que los asegurados no conocen sus derechos, no exigen, y menos aún se involucran en las decisiones que se toman en nombre de ellos. No existe conciencia al respecto y, por lo tanto, tampoco surgen propuestas de los usuarios; ni grupos de estos que presionen ante las omisiones y posibles malas decisiones que se adopten en su nombre.
El sistema de salud del IPS hace años está colapsado. Esto es fácilmente comprobable recorriendo los pasillos del hospital central o las clínicas periféricas.
Acceder a los servicios de salud y conseguir turno para los estudios de diagnóstico no solo implican una enorme carga de estrés, sino un despropósito. Sobre todo, cuando la mejor respuesta que dan es que pueden agendarlos recién para dentro de tres meses. Como ocurre con los estudios especializados indispensables para definir el tratamiento de una enfermedad. La angustia crece cuando se trata de una dolencia grave.
Tanto estamos acostumbrados los paraguayos a recibir lo menos, a que nos nivelen por lo bajo, a que se desconozcan nuestros derechos, a que nos roben y engañen, que cuando por fin un asegurado del IPS consigue una cita médica, prefiere callar si el médico llega una hora más tarde. Nadie protesta, aunque le digan además que no hay disponibles varios de los medicamentos que precisa.
Tampoco hay reacción si el doctor o la doctora recibe malhumorado/a y con escaso interés de escuchar al paciente, sobrepasado por la cantidad, al tope, de personas que debe examinar; o en el caso de los internados, ante la actitud poco amigable del servicio de enfermería.
Aún así, sigue siendo lo mejor que podemos esperar los paraguayos. Aunque se arrastran los problemas de hacinamiento y la dosis de deshumanización en el trato a los asegurados y los proyectos de crecimiento físico de la previsional vayan a paso de tortuga y haya un déficit de G. 600.000 millones para este año en el fondo de salud.
Aún así, continúa la política del parche y aumentan los asegurados, pese a que la casa no está preparada para tratarlos con deferencia y calidad.