Más allá de la desconfianza sobre ciertos datos poco congruentes, la encuesta de First Análisis produjo un previsible revuelo. No es para menos; desde 1989 no hay antecedentes de una diferencia tan amplia a favor de la ANR. Las cifras contradicen una tendencia histórica reciente y solo se explicarían si un porcentaje muy significativo del electorado opositor tradicional se negara taxativamente a votar por los candidatos de la Alianza. ¿Es eso posible? Sí, pero suena raro.
De acuerdo con esta medición, el PLRA no llega siquiera al 25%, su piso electoral habitual. Eso solo podría ocurrir si el llanismo le negara todos –toditos– sus votos a Efraín Alegre. Conste que a esa famélica intención de sufragios hay que sumar los de los aliados de la izquierda. Estos resultados no me cierran del todo. Francisco Capli lo explica sosteniendo que la dupla opositora no suma y que la figura de Leo Rubin es resistida por los liberales. Puede ser, pero suena exagerado. Esta diferencia –real o artificial– entre los dos principales candidatos se reducirá, probablemente, en otros sondeos próximos a aparecer. Quizás entonces la cara del Paraguay político se acerque más a la que conocíamos.
Lo curioso es que los datos del Senado también parecen reflejar otro país. Aquí los desconsolados son los colorados. Cartes obtendría solo el 15% de los votos, siendo ampliamente superado por Lugo, quien es dueño absoluto de sus suyos, sin transferirlos al resto de la izquierda en otros campos. La lista liberal, ahora con Blas Llano incluido, no llega al 8% ¿Será? Me sigue haciendo ruido...
Los partidos grandes se ven avasallados por la insólita profusión de candidaturas alternativas pequeñas, serias o improvisadas, con ambiciones o testimoniales. Son tantas que resulta muy difícil medir sus posibilidades con encuestas de universo muy limitado. Es aquí donde tendremos más sorpresas el 22 de abril. Pero si estos guarismos son ciertos, se me ocurren dos conclusiones: 1) A Cartes no lo dejarán jurar y, 2) los colorados tienen que darle una patada a González Daher en los próximos días o tendrán una debacle senatorial.
En estos comicios de hastío político y entusiasta voto cruzado, los perjudicados serán los partidos clásicos y beneficiados los arribeños de dispar origen y pelaje. ¿Será cierto que, por primera vez, los colorados tendrán un solo diputado por Asunción? ¿Perderán los liberales, por primera vez, la Gobernación de Central? ¿La Cachorra será diputada por el Alto Paraná? Estas curiosidades empezarán a ser develadas por los próximos sondeos, una distracción en la que nos zambullimos eufóricamente, a pesar de que la experiencia demuestra que, a tanta distancia de las elecciones, su puntería es bastante errática.
En lo que sí creo es en la percepción de victoria de Mario Abdo. Si la Alianza no encuentra alguna alquimia que cambie el curso de la campaña, la diferencia podrá contraerse, pero no desaparecer.