Desde la diócesis de Villarrica aseguraron que los dos curas denunciados habían sido cesados en sus funciones en la parroquia de Paso Yobái, mientras que la congregación de Oblatos comunicó que tomaron medidas como la suspensión de los ministerios, además de la separación de sus cargos. Las medidas fueron tomadas en el 2014, según un comunicado enviado por la congregación, y que tiene la firma del provincial (superior), Francisco Carrillo y el delegado de la misma, Zenón Berikani.
Sin embargo, gracias a una fotografía se pudo comprobar que el sacerdote Gustavo Ovelar estuvo dando la eucaristía durante la misa que ofició el papa Francisco en Ñu Guasu, en julio del año pasado. Esta acción se contradice con las medidas que supuestamente tomó la congregación, ya que los denunciados no debían oficiar misa ni tomar confesión ni salir a ninguna misión, explicó Berikani.
“La suspensión nunca se levantó, se les comunicó que estaban suspendidos, fueron notificados. No son criaturas, y si lo hizo, fue por ignorancia quizás, pero desobedeció y está en falta”, manifestó. Según el religioso, en Roma están procesando los documentos y siguiendo el caso de cerca, al igual que el trabajo del Ministerio Público.
“Yo no sé si estuvo o no. No conozco de la existencia de una fotografía. Es la primera vez que escucho”, dijo a nuestro diario. La imagen es del sacerdote Ovelar, según allegados de las víctimas, y le fue tomada el 13 de julio, mientras repartía la hostia consagrada a los feligreses que participaron de la multitudinaria misa oficiada por el Papa.
GRAVE. El delegado de la congregación manifestó que de comprobarse que Ovelar fue a participar del ministerio durante la misa en Ñu Guasu, se expone a que su sanción se extienda y se agrave la situación. “De la única actividad que puede participar es una privada, que es consigo mismo, personal, sin personas en su compañía”, manifestó.
Ovelar, quien se desempeñaba como párroco de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, y Bareiro, que era vicario pastoral, fueron acusados por siete jóvenes –incluido un ex seminarista–, por acoso sexual. Supuestamente, los curas reclutaban menores y confirmandos para luego engañarlos y manosearlos, hasta proponerles mantener relaciones sexuales.
De acuerdo con los detalles proporcionados por las presuntas víctimas, los llevaban a misas, les hacían regalos, les daban dinero y hasta les daban de tomar bebidas alcohólicas a sus víctimas para acosarlas. Dos de los jóvenes se refugiaron en Argentina, huyendo de la presión y el miedo que sufrieron en Paso Yobái, Guairá, zona en donde se registró el hecho, según el catequista José Benítez.