25 may. 2025

El “arte vegetal”, la gran atracción en la Semana Santa de Tañarandy

Un enorme cuadro de la Última Cena, creado con semillas agrícolas por Macarena Ruiz, será el centro de las celebraciones misioneras. Es una nueva técnica experimental, que busca durar más en el tiempo.

Arte.  Cuadro hecho con semillas que retrata la angustia de los discípulos ante la pasión de Jesús. Es una innovación para esta Semana Santa.

Arte. Cuadro hecho con semillas que retrata la angustia de los discípulos ante la pasión de Jesús. Es una innovación para esta Semana Santa.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

TAÑARANDY-MISIONES

Sobre enormes planchas de papel maché se va creando el gran cuadro pictórico. Solo que, en lugar de pinceles y pinturas, se utilizan semillas de productos agrícolas, de los más diversos colores.

“Es una técnica que empezamos a probar para el retablo de la misa del Papa en Ñu Guasu, cuando hicimos los grandes cuadros de San Francisco y San Ignacio, todo con semillas, obras que permanecen en la iglesia de la Encarnación, en Asunción”, explica Macarena Ruiz, hija del pintor ignaciano Koki Ruiz, la principal creadora de las pinturas.

Para esta Semana Santa del 2016 en Tañarandy, Koki dejó que Macarena se inspire libremente para crear su propia versión de la Última Cena de Jesús con sus discípulos, variando totalmente la de la clásica pintura de Leonardo Da Vinci, que en Tañarandy se ha representado durante varios años como cuadro viviente.

COLORES. Macarena empezó a diseñar su versión a fines de enero y un equipo de artesanos y pintores que forman el laborioso equipo de la Fundación La Barraca se encargó de darle forma en los talleres del teatro El Molino, en el centro de San Ignacio, siempre bajo la supervisión del maestro Koki Ruiz.

“Utilizamos principalmente semillas de porotos, de todas las variedades existentes en nuestra región, para lograr la variedad de colores naturales que necesitábamos plasmar en el cuadro, pero también girasol, locro, sorgo y alpiste”, explica la artista.

Este año hubo dificultad para obtener los productos agrícolas con los cuales armar el retablo, debido a los desastres climáticos causados por el fenómeno El Niño, que afectaron a las cosechas.

“Casi no pudimos obtener calabazas, sí pudimos conseguir maíz y semillas. En un momento nos hizo falta más poroto de color negro y salimos a buscar por toda la ruta 2", cuenta Koki Ruiz.

SOLIDARIDAD. Fue cuando el pintor y su hija llegaron a una modesta despensa de la ciudad de Coronel Bogado, en Itapúa, donde hallaron varias bolsas de poroto negro y le dijeron a la dueña del local que iban a comprar todas las semillas que tenía.

La mujer reconoció en seguida a Koki y quiso saber en qué iban a utilizar todo el poroto. Cuando le contaron que era para los cuadros del retablo de Tañarandy, ella se negó tajantemente a cobrarles por las bolsas que necesitaban llegar.

“Fue una situación muy incómoda y dolorosa para nosotros, porque veíamos que era toda su mercadería y le queríamos pagar el importe, pero ella nos contaba que se sentía tan feliz de poder colaborar con el retablo, que nos costaba contradecirle”, afirma Koki. Finalmente, las bolsas de poroto sirvieron para poder terminar los cuadros.

IMPONENTE. El cuadro de la Última Cena que se exhibe como atracción principal en el retablo de La Barraca, en Tañarandy, tiene 9 metros de alto por 10 metros de ancho, y tuvo que ser pintado con las semillas en diversas piezas separadas y luego montado en el lugar, sobre una estructura de caños de acero.