Sergio Cáceres Mercado
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Desde aquel clásico cuento de Asimov, El hombre bicentenario, las implicancias que tendrían la alta tecnología y la cibernética en el cuerpo humano han formado parte de las reflexiones de la ciencia ficción y literatura derivadas, como es el caso del manga que inspira esta película.
El caso específico que nos convoca es la identidad que una “persona” posee cuando solamente su cerebro es biológico, mientras todo el resto de su humanidad está hecho de implantes artificiales. El alma, ¿reside en el cerebro, como alguna vez pareció sugerirlo Descartes?
Pero esta reflexión apenas está sugerida en la película y no es tan explícita como fue el caso de Chappie (dirigida por Neill Blomkamp), donde también una idea similar se trató a profundidad. En realidad, el guion se enfoca en el suspenso policial y la investigación que sobre su propia identidad realiza la Mayor, protagonizada por Scarlett Johansson. Como en muchas producciones actuales, hay muchas tomas y escenas efectistas, que lógicamente dejan en segundo plano la esencia del filme en sí.
Scarlett es aprovechada al máximo, y ella toma su papel seriamente. Su postura corporal no es la de una humana completa, sino la de un ciborg que no puede caminar ni pararse como lo hacen sus pares. Al ser la Mayor única en su género, resalta por encima de sus compañeros que forman parte de la unidad de investigación liderada por Aramaki, en cuyo rol tenemos nada menos que a Takeshi Kitano, una leyenda del cine japonés. Su aparición no puede equipararse a la de Johansson, pero ciertamente le da peso y conexión con la cultura japonesa de donde proviene la historia original.
Y a pesar de los nombres de peso que vemos en los roles principales, y la ambientación ya clásica en las producciones ciberpunk, la película queda por debajo de las expectativas. El futuro que nos presentan es similar a lo que el género viene presentando desde Blade Runner, y está muy bien logrado, por cierto. Pero así como hay tantos elementos en esa sociedad de máximo consumo y poshumanidad que confunden al viandante, también el espectador se pierde en ese mar de distracciones visuales. Si se concretan futuras entregas, esperemos que se superen y estén a la altura de un clásico de la literatura como lo fue el manga de Masamune Shirow.
Calificación: *** (buena)