03 ago. 2025

Ejemplo de la barbarie de nuestro tiempo

En un régimen totalitario, el Estado posee el poder absoluto, hasta el punto de llegar a eludir derechos básicos fundamentales como el de la misma vida humana; definiendo a la postre quién puede vivir y quién no, o estableciendo cuándo una persona “merece” una “muerte digna” o si puede seguir su lucha en favor de la existencia vital.

Alfie Evans

Foto: RRSS

Gustavo A. Olmedo B.

Y es esto lo que estamos presenciando –con gran impotencia y dolor– con el caso mediatizado del pequeño Alfie Evans, de apenas 23 meses de edad, quien padece de una enfermedad neurológica. Primeramente sus padres lucharon por semanas contra la decisión del Hospital Alder Hey Children’s de Liverpool (Inglaterra), –en donde permanece internado desde 2016– de retirarle los cuidados que le permitían seguir con vida hasta ese momento. Pero ello no fue posible, y los médicos finalmente le sacaron el soporte vital el pasado 23 de abril. Sin embargo, en lugar de perder la vida, el pequeño comenzó a respirar por sí mismo, y fue progresando.

Ahora enfrentan la prohibición impuesta por el Tribunal Superior de Manchester de trasladar al niño a un hospital en Roma, donde podría continuar con su tratamiento, hoy negado por las autoridades británicas, sordas a los reclamos internacionales que exigen que el niño termine su ciclo de manera natural.

Para ello, incluso el Gobierno de Italia le otorgó la nacionalidad al bebé en un intento de que el ser ciudadano italiano posibilite su traslado inmediato. Pero no, la instancia expresó que la muerte del bebé era de “interés superior” para evitar sufrimientos. Es decir, la Justicia británica niega a los propios padres de Alfie la posibilidad de llevarlo a otro hospital en donde recibirá atención especializada. Realmente cruel, irracional y peligroso. Una decisión que, además, lleva a los progenitores a sufrir una agonía inimaginable, observando cómo el centro sanitario toma las medidas que se espera conduzcan a la muerte de su pequeño. ¿Cómo hemos llegado a tanto? Por su parte, gremios de profesionales del sector aseguran que determinaciones de este tipo “desprestigian la profesión”, e incluso hablan de “tiranía médica”.

Nadie sabe el tiempo que podría seguir con vida el pequeño Alfie, pero lo claro es que un Estado que pisotea la patria potestad de los padres (algo tan básico) y el derecho humano de la vida, es uno que ha sobrepasado los límites de lo ético, humano y moral. Y eso tendrá consecuencias nefastas; ya lo vivimos en otras épocas. Y no hablamos solo de Inglaterra; tristemente, muchas naciones hoy tienen sistemas y autoridades similares.

Pero, ¿quién nos convirtió en dueños de la vida ajena? ¿Cómo el Estado llega a tener tanto poder sobre los hijos? ¿Es justo que un tribunal decida la continuidad o no de la vida de un enfermo que lucha por seguir con vida?

Son signos de una sociedad en decadencia, rendida al relativismo y las ideologías que en nombre de la libertad desprecian la inviolable dignidad humana. Son señales claras de un ser humano que peligrosamente y de manera soberbia juega a ser Dios, olvidando que él ni siquiera es capaz de extender un segundo más su propia existencia.