Un amigo liberal está contento porque Óscar González Daher no renunciará a su candidatura y por los titubeos de la ANR en expulsarlo. “Sería fantástico que esto siga así”, expresó, anhelante. “Haría más fácil nuestra victoria, pues es un gánster”. Le recordé que González Daher no era el único impresentable en las listas coloradas y que, también en las del PLRA había varios iguales.
Su respuesta fue pragmática. Reconoció que era cierto, pero que luego del escándalo de los audios, justificadamente o no, el senador se convirtió en la representación del mal. “Es un repelente de votos”, dijo. Y, a continuación, puso dos ejemplos elocuentes.
El primero de ellos es la impensable derrota en su propio feudo: Luque. Allí su imperio comienza en sus innumerables propiedades y se extiende a sus influencias en la Dinac, el Hospital Regional, los juzgados, la Cooperativa y la Municipalidad. Pues bien, González Daher perdió en tres de las cuatro seccionales coloradas. Fue el efecto de la revelación de sus conversaciones telefónicas con su secretario, hecho ocurrido pocos días antes de las elecciones.
El otro ejemplo es incontrovertible. ¿De qué otro modo puede explicarse que Santiago Peña haya obtenido 52.700 votos más que Horacio Cartes? Peña era el candidato que él impuso, pese a su pasado liberal, confiado en poder arrastrar hacia el novato sus votos propios, que no estaban en discusión.
La propaganda de Honor Colorado machacaba con la idea de que Cartes sería el hombre más votado del Paraguay. Pues bien, no fue así. Como cabeza de la Lista 2 para el Senado, obtuvo 430.850 votos, mientras que Peña, como candidato a presidente, registró 483.606. La performance de Cartes fue tan mala que hasta Tomás Bittar, candidato al Parlasur y con una campaña marginal en lo mediático, obtuvo más votos que él. ¿Es eso culpa de Horacio Cartes? Probablemente solo en parte. El que arruinó las posibilidades de la lista de Honor Colorado al Senado fue el candidato tóxico de Luque.
En ese sentido, mi amigo liberal tiene razón. La gente aprendió a usar el voto castigo, el voto cruzado, el voto rabia. González Daher espantará tantos sufragios que la ANR debe prepararse a tener varios senadores menos que los que tiene hoy.
Pero yo no me apresuraría a estar tan contento como él. González Daher es poderoso en Luque, pero es un pigmeo político frente al inmenso peso de un Partido Colorado bajo riesgo de perder poder.
Los colorados tienen la atávica sapiencia de tener clara la jerarquía de prioridades. Saben cuándo los números electorales no cierran bien y detectan la cara de felicidad de los opositores. Si González Daher es un problema, lo lamento por él. Los intereses del partido son superiores. Ya verá mi amigo liberal que su alegría es prematura. De algún modo, esa lista será desinfectada.
