13 may. 2024

Defensores externos

No importa qué tan lejos o cerca se encuentren, ellos se encargan de velar por los intereses nacionales hasta en el último rincón del mundo. Se trata de los diplomáticos, en este caso de los jóvenes que empiezan la carrera, que es un estilo de vida.

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Revista Vida

Por Natalia Ferreira Barbosa / Foto: Fernando Franceschelli

Existen muchas maneras de representar al país. Por ejemplo, se puede estar al otro lado del planeta en alguna ciudad de Australia y, en medio de tantos extranjeros, de alguna manera uno se convierte en representante del país en lo que se refiere a sus formas y costumbres. Esto sería una representación informal, porque si bien no está hablando en nombre del país, le puede dar una idea al otro sobre cómo es. Por otro lado, existe el camino formal y oficial, cuando en una mesa de negocios o una cumbre internacional, una persona tiene la responsabilidad y el privilegio de decir: “Paraguay piensa que...”. Y para llegar a esto es que se sigue la carrera diplomática.
“Los diplomáticos son los profesionales que se encargan de ejecutar la política exterior de Paraguay a través de la entidad encargada, que es el Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE). Si bien el que conduce las relaciones internacionales del país es el presidente de la República, es la Cancillería la encargada de ejecutarlas. A partir de la ley 1335/99 se estableció que para quien desee ser diplomático paraguayo existe un solo camino: el concurso. La intención con esto es que entren los mejores sin ningún tipo de padrinazgo ni recomendaciones”, indica Salvador Meden, quien ocupa el rango de ministro dentro del escalafón diplomático y actualmente es el coordinador general de la Academia Diplomática y Consular dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Vocación
Para ser diplomático “hay que tener mucha vocación y un gran espíritu de servicio. También, un sentido de Estado, porque somos funcionarios estatales, en el sentido de que no servimos solo a un Gobierno determinado”, agrega Meden.
Natalia Moreno (31) y Óscar Pérez (28) trabajan en el MRE. Ella es segunda secretaria e ingresó a la carrera en 2010. Trabaja en la Dirección de América, que se encarga de las relaciones bilaterales con los países de América. Es graduada de la carrera de Relaciones Internacionales y, en un mes aproximadamente, partirá a Argentina. Él es tercer secretario e incursionó en la carrera en 2012. Se desempeña en la Dirección de Foros Regionales y es egresado de la carrera de Derecho. Los dos están ataviados con trajes impecables sin una arruga y mantienen en todo momento un aire formal. Ellos entienden que la formalidad ya es parte de su profesión, como un uniforme.
“Cuando tenía 16 años participé en un programa de intercambio cultural en el que tuve la oportunidad de representar al país por primera vez. Me gustó mucho la experiencia, sobre todo la responsabilidad de mostrarles a los demás lo que era mi nación. A partir de ahí, a todo lo que apunté fue a llegar a estar en la carrera diplomática, y en el tiempo que estoy en ella me di cuenta de que es una caja de sorpresas, porque un día podés estar tratando temas medioambientales y al día siguiente encontrarte con un tema consular, y después, con cuestiones económicas. Dentro de un mes voy a asumir funciones en la Embajada de Paraguay en Argentina. Esta va a ser mi primera salida al exterior y para mí es una experiencia muy alentadora ir a una Embajada de un país en el que viven tantos compatriotas”, afirma Natalia.
A nivel profesional, Moreno se siente entusiasmada. “Y en cuanto a lo personal, todo aquel que siga la carrera diplomática debe tener en cuenta cómo esta influye en las relaciones personales, porque implica dejar a la familia por cinco o seis años y después volver. En este viaje me acompañará mi esposo”, explica Natalia.
Experiencias
Los que tienen intenciones de convertirse en diplomáticos, deben tener en cuenta que esta profesión implica un estilo de vida distinto, porque quien quiere llegar al punto más alto del escalafón, que es ser embajador, debe formarse continuamente durante los más de 20 años que puede demorar alcanzar ese rango.
“Esto no es un trabajo más, porque el resto de tu vida laboral vas a pasar más tiempo en el exterior que en Paraguay y eso tiene consecuencias personales, pues vas a estar lejos de tus padres y amigos y de tu pareja, en caso de que la tengas. En mi caso, mis padres fallecieron mientras estaba en el exterior. La gente cree que ser diplomático es estar todo el día de fiesta y viajar. Pero no es tan maravilloso el tema, la parte personal es muy dura”, sostiene Meden.
En el caso de Óscar, aún debe ascender un escalafón para poder ser designado al exterior. “Cuando me preguntan adónde me gustaría ir, respondo que adonde me quieran enviar, donde se necesite un funcionario. Lo que me impulsó a seguir este camino fue que siempre tuve mucho interés por las lecturas relacionadas con temas históricos internacionales. Siempre tuve la sensación de que la historia del Paraguay está más condicionada desde fuera que desde dentro. Por eso siempre quise trabajar en esto, para saber cómo funciona el país y cómo se relaciona con el mundo en general y, por sobre todo, servir y contribuir en algo”, cuenta Pérez.
Él recuerda que el primer desafío que debió enfrentar al iniciar la carrera fue superar el miedo a lo desconocido y luego los dos años de formación exigente en la Academia Diplomática y Consular. “Mi primera experiencia laboral fue una llamada de atención, porque me di cuenta de que lo que hacía no era un trabajo cualquiera. Hay cosas muy importantes en juego. Los documentos con los que se negocia pueden parecer fríos, pero al analizarlos me doy cuenta de que estamos cambiando vidas a través de esos papeles”.

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FORMACIÓN
Quienes deseen convertirse en diplomáticos deben tener 22 años cumplidos y poseer un título universitario de carreras afines a las sociales. En cada concurso anual suelen presentarse unos 200 postulantes para unas 10 ó 15 plazas. Para acceder a estas se deben aprobar seis exámenes: de Historia del Paraguay y de las Relaciones Internacionales, Economía y Comercio Internacional, Castellano, Geografía Económica, Nociones del Derecho e Idioma Extranjero. Luego, ingresar —ya con el rango de tercer secretario— a la Academia Diplomática y Consular, en donde se forman durante dos años.
Históricamente “las designaciones de diplomáticos eran políticas. Las reglas del juego no estaban establecidas
como ahora, gracias a la ley 1335/99", explica Salvador Meden, coordinador general de la Academia Diplomática
y Consular.
Del total de cargos diplomáticos, el 20% puede ser nombrado por el presidente de la República; es decir, nombramientos políticos, y el 80% de las designaciones debe corresponder a profesionales de la carrera diplomática. En el caso de los embajadores, de los todos los puestos que existen en el exterior, la mitad corresponde a nombramientos políticos, y la otra, a diplomáticos de carrera.