02 may. 2025

Control absoluto

Estela Ruiz Díaz @Estelaruizdiaz

El último año del periodo presidencial de Horacio Cartes es diametralmente opuesto a la gestión de los ex presidentes de la transición.

La elección del candidato presidencial dentro de la ANR fue siempre factor de crisis en el partido de Gobierno con consecuencias en la gestión del Poder Ejecutivo. Sumado al electoralismo con fuerte impacto en el Congreso, el último año es el dolor de cabeza de todo presidente.

Pero Cartes supo mover las piezas y aprovechar las diferencias irreconciliables entre los opositores para pactar con un aliado inesperado y sorpresivo como la izquierda más dura representada en el Frente Guasu, con Fernando Lugo a la cabeza.

Cuando el 25 de agosto del año pasado, Mario Abdo Benítez con el apoyo de la multibancada dio el golpe más duro a Cartes rechazando la enmienda constitucional para la reelección, el escenario pintaba gris para el presidente. Esa maniobra no solo dejaba al presidente fuera de juego, sino también a Fernando Lugo.

Sin embargo, los senadores cartistas lograron convencer al Frente Guasu para resucitar la enmienda y con esa nueva mayoría aprobaron la modificación en medio de una vergonzosa sesión que generó la crisis del 31 de marzo, que marcó el fin del proyecto electoral.

TRIPLE ALIANZA. Si bien la enmienda es el mayor fracaso político de Cartes, reaccionó rápido y lanzó a su candidato atípico, desafiando a la tradición en la ANR. Proponer a un ex liberal como candidato presidencial es mucho más que audacia política. Es tener control absoluto del poder.

El mayor logro político de Cartes no es tener bajo su dominio a la ANR, a través de la Junta de Gobierno con un presidente sin tradición ni méritos partidarios para ocupar el sillón de Bernardino Caballero como Pedro Alliana, sino haber logrado el apoyo de la izquierda más dura y emblemática, que junto al llanismo del PLRA le dan la mayoría absoluta en ambas cámaras para seguir sus planes y terminar con relativa tranquilidad su mandato. En la Cámara de Diputados tiene dominio total con Alliana como presidente y, en el Senado, el ex obispo Lugo presta su popularidad y su historia para sostener al hombre que fue clave para su destitución en el 2012.

Sin dudas, el apoyo del Frente Guasu en el plan de copamiento cartista de otras instituciones, en sesiones de dudosa legalidad, e incluso con usurpación de cargos, como el de Carlos Filizzola, que se arrogó la presidencial del Congreso para comunicar las nuevas designaciones, es el triunfo con mayor simbolismo del presidente. La izquierda, en cualquier lugar del mundo donde la derecha está en el poder, es el más feroz adversario del Gobierno. Aquí, es su mejor aliado. Y lo demostró en los temas más candentes como la reelección, las presidencias de ambas cámaras del Congreso y nombramientos para reconfigurar mayorías en el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Magistrados. En breve, el presidente debe proponer al nuevo fiscal general del Estado. De quien resulte designado se verá cuán comprometidos están con el pacto.

Ayer, Cartes presentó su informe anual al Congreso. La disidencia colorada y un sector de la oposición (liberales efrainistas más Avanza País), no participaron como medida de protesta. La nota la dio la senadora Desirée Masi, quien estuvo para marcarle sus diferencias con su peculiar estilo.

El presidente habló ante un auditorio amigo que le dio cuórum. Por ello, las críticas del Frente Guasu al informe sonaron más que nunca huecas y de simple fachada. ¿Cómo explicar semejante contradicción?

COMO PATO EN EL AGUA. A diferencia de otros presidentes, cuyo último año está marcado por el síndrome del pato cojo, no solo por no ser reelecto, sino por la notable disminución de su poder, Cartes pudo superar este destino inexorable. No parece hacerle mella la guerra de su vicepresidente Juan Afara, quien ayer no asistió en protesta por el “comportamiento dirigido a convertir a la ANR en parte de una corporación empresarial, que riñe con su esencia de haber nacido como un partido político comprometido con la sociedad paraguaya”. Ni la ruptura con el presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Velázquez, al que simplemente cambió cuando se fue al otro bando político.

Al final de su mandato, Cartes nada tranquilo las turbulentas aguas de la política, no solamente con el apoyo de la estructura partidaria sino de los poderes Legislativo y Judicial, y una Fiscalía que baila a ritmo de sus zapateos. Todo esto no lo hubiese logrado si no tenía el apoyo clave de Lugo y Blas Llano.

Pero Cartes no solo logra apoyos sino además se pega el lujo de humillar a sus aliados. Sino cómo se explica el pacto legislativo para encumbrar a Lugo a la presidencia del Senado a cambio del impuesto a la exportación de la soja, que esa misma tarde se encargó de desmentir, dejando al Frente Guasu sin palabras para justificar la alianza.

A Cartes no le gustan el diálogo ni el consenso, pero logra pactos que no solo le dan gobernabilidad sin control cuasiabsoluto del Estado.

Su mayor logro no solo fue construir mayorías, sino que le den sustento quienes dicen combatir ferozmente su modelo, a través del “copamiento económico de las históricas clases dominantes, un modelo autoritario que profundiza la pobreza y la exclusión social”.