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–¿Cómo se califica en sus primeros cien días de gobierno municipal?
–El balance que tengo es positivo. Si debo aplicarme una nota del 1 al 10 me pongo un modesto 6, que en el colegio era regular, porque 5 y 4 ya era deficiente. No soy de los que no ven las necesidades y cree que está todo bien o se justifica todo el tiempo basándose en lo que ocurrió antes de su llegada.
–No se puede desconocer que hay sectores que ven que una gestión exitosa de Mario Ferreiro en la Municipalidad de Asunción le allanará el camino a la presidencia de la República.
–Fui claro en eso. Tengo un programa que cumplir de aquí al 2020 y sobre la base de lo que consigamos y lo que podamos reflejar como éxito ver alguna proyección posterior. Este tema es curioso porque aquí estamos como del brazo con sectores que tendremos que disputarnos poder de aquí a diez años en varias elecciones. Pero aquí somos como el borracho y la pared. Ambos nos necesitamos. Porque reitero que una Asunción destruida es la peor carta de presentación que puede tener el país. Estamos en una dualidad bastante extraña en la cual el triunfo o el fracaso de esta administración municipal está pegado al triunfo o fracaso del Gobierno Central. Hasta me divierte la situación porque tendremos que querernos hasta si se quiere ‘obligatoriamente’, como esos matrimonios que son arreglados por los padres. Al menos debemos tratarnos bien y tener éxito, porque ambos sin ese resultado tenemos un panorama político desolador. Tanto el poderoso Partido Colorado, con un líder de la envergadura de Cartes, con todo el potencial económico, como nuestra formación política nueva e incipiente, más compleja, porque es una concertación.
–Pero ¿Ferreiro se presenta a las generales del 2018 o descarta por completo esa posibilidad?
–Como ya entré en la política, no descarto. Pero aclaro que no para el 2018. Realmente no estoy haciendo un trabajo político ni organizativo, porque la labor municipal no te deja tiempo, mirando ese año. Creo que lo que tenemos que hacer es trabajar fuertemente en hacer una buena gestión y, por qué no, legítimamente aspirar al 2023. Cualquier otro escenario ya sería consecuencia de un cambio muy brusco de toda la situación política del Paraguay y no vislumbro a corto plazo algo tan cambiante como para que tenga que ser obligado prácticamente a ser candidato para el 2018. No dan los tiempos, la gestión municipal es abrumadora y avasalladora. No deja espacio para la conspiración política ni la elucubración compleja de incursionar para el 2018 en una candidatura sorpresiva.
–Sin duda hubo un arranque intenso de su mandato y uno de los casos sonados fue el de la renuncia de Karina Rodríguez al cargo de directora de Área Social. ¿Cómo le afectó eso?
–Debo reconocer que fue un momento difícil. La actitud de ella fue la más saludable para el proceso. Se puso a disposición y con eso se desbarató la crisis. Pero aprendimos mucho porque creo que tenemos que trabajar más coordinadamente todos los sectores políticos que estamos en la Municipalidad o que aspiramos a cualquier otra instancia de disputa política electoral. La llegada de Iván Allende resolvió el problema desde el punto de vista ejecutivo, por ser un profesional prácticamente de los mismos kilates y capacidad.
–¿El hecho de haber despedido a 577 personas que no eran precisamente planilleros, pudo deberse a una trampa montada por sectores contrarios a su administración y que están en el engranaje municipal?
–Algunos dicen que hasta ahora dormimos con el enemigo. Trato de no ser tan pesimista y digo que estamos reacomodando piezas y conviviendo con una realidad que es un funcionariado que siempre en toda instancia de la administración pública será mayoritariamente colorado. La buena noticia es que no todos esos colorados están dispuestos a seguir ciegamente un mandato partidario y a boicotear a un gobierno que signifique el cambio. También había muchos grupos que más que colorados eran samanieguistas. Estamos viendo con ellos la forma de convivir. Sí, pudo haber un apresuramiento en esa primera reducción de personal, pero también manifestó claramente nuestro deseo de racionalización. Y seguiremos en esa línea, pero esta vez con mayores recaudos desde el punto de vista legal y documental. Se repuso la mitad de lo que se intentó, pero finalmente fue una clara señal de que por ese camino queremos andar. El planillerismo va a tener que irse acabando no solo en la Municipalidad, sino en toda la administración pública. O si no la historia será insostenible.