Lo que no les suministran, porque no alcanza para todos –y esa es la mayor queja– son los materiales para levantar los refugios provisorios: puntales, chapas de eternit y terciadas. “Los de la Comueda no tienen material para entregar, solo hule negro nos dan”, cuenta Silvia Quintana, vecina del barrio San Miguel en el Bañado Norte, una de las zonas de mayor afectación por la inundación.
La medida del río Paraguay aumentó ayer 10 cm y prevén que supere los cinco metros de altura. Así, decenas de familias seguirán escapando a un sitio más alto, donde aguardarán que descienda el nivel del cauce. Otros, como Basilia Ayala, una viuda sexagenaria, rellenan con escombros los alrededores de sus viviendas para contener el avance del agua. Con una pala, heredada de su difunto cónyuge, recoge los retazos de piedra y tierra para reforzar el muro que levantó con esmero. Formó un semicírculo protector en su patio para retrasar la llegada del lecho fluvial que ya flanquea su patio. Desea quedarse en su hogar, no quiere mudarse. Además, tiene la esperanza de que el río no suba tanto y ni siquiera llegan los suministros para todos.
ÉXODO. Más de 80 familias tuvieron que salir a raíz de esta nueva crecida, en el Bañado Norte. Ayer, otras diez familias del barrio San Miguel estaban preparando su mudanza al predio conocido como ex olería. “Tenemos un poco de problemas con las terciadas; las carpas se dan de forma provisoria. Estamos regularizando la situación, dependemos de los proveedores”, explica Víctor Hugo Julio, titular de la Dirección de Gestión de Riesgos y Desastres de la Comuna.
En la víspera llegaron 300 terciadas, según aseguró, que tenían previsto repartir por la tarde. “El hule es para salvar y para no estar sin nada, para no dejarlos a la intemperie. Se les dan las chapas, los puntales y los hules”, indica.
Los damnificados igual se quejan de que solo entregan tres terciadas y no les alcanza para cubrir todo el refugio. “Tampoco les podemos dar seis a una persona y a otros no les damos nada; tratamos de reforzar, acomodando para paliar la situación”, dice Julio al admitir que no les alcanza la cantidad de chapas, ya que mínimo tienen que dar entre seis y siete terciadas por familia. En caso de subir a 5,20 m el nivel del río –como se prevé para finales de este mes–, calculan que la cantidad de evacuados ascendería a 1.300 familias aproximadamente. Los ubicarían en espacios usados en crecidas anteriores: en clubes, en RI 14, Copaco, Gas Corona y otros.
Hace tres días que esperamos y nos dicen que no hay materiales. Hay 19 familias que están en espera. Nilce Benítez, afectada.
Herrero murió electrocutado
Un joven de 26 años, identificado como Fabricio Florentín, falleció ayer mientras intentaba recuperar sus herramientas de herrería en el interior de su casa anegada. Ocurrió en horas del mediodía, en el barrio San Miguel del Bañado Norte. Vecinos esperan que la ANDE corte la energía eléctrica en zonas inundadas para evitar este tipo de tragedias.
Caños de Essap también inundan el barrio
La calle San Estanislao, la misma por donde transitó el papa Francisco antes de encontrarse con los bañadenses, está totalmente anegada por varios caños rotos de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap).
Hace dos meses –cuentan los vecinos– que un tramo de al menos 300 metros de esa arteria, también conocida como camino a El Mbiguá, se convirtió en prácticamente una laguna que deben flanquear con no menos dificultad. Y ahora, con la crecida del río Paraguay, se complica el traslado de las pertenencias de los inundados.
“La vez pasada vinieron a arreglar porque nos manifestamos, cerramos la calle acá con motocarros”, relata Alberto Torres, vecino del lugar.
Señala que el peso de los camiones de gran porte, cuya frecuencia aumentó con la obra de la Costanera Norte, hace que no dure arreglo alguno. Pasa un día y los caños de la Essap vuelven a romperse dejando el camino completamente anegado.
“Hace tiempo que estamos así y queremos que se solucione este problema. Demasiados problemas nos crea para manejarnos y ahora que subió el río, más todavía dificulta para la mudanza”, reclama Justina Díaz, de la Coordinadora de Defensa Comunitaria del Bañado (Codeco).