07 ago. 2025

“Cómo no venir, yo vi sus milagros”

Hubo cerristas, olimpistas, vírgenes caminantes, evangélicos, policías y barreras complicadas, pero la fe fue mayor. Ninguno quiso faltar a su promesa y así, tras la larga caminata, llegaron a la Villa Serrana.

Caravana.  Promeseros caminan bajo el intenso sol para llegar hasta la Virgencita Azul y pagar su promesa.

Caravana. Promeseros caminan bajo el intenso sol para llegar hasta la Virgencita Azul y pagar su promesa.

Camina vacilante, y no es por ampollas como los demás. Sabe que su vida es un infierno, pero a pesar de todo agradece a la Virgen de los Milagros de Caacupé porque puede caminar. Jorge Medina (27 años), el mismo que a sus doce años creyó que jamás podría dar un paso más, hoy trata de superar el accidente de moto que sufrió, se aferra a la fe en la Virgen y camina, camina como lo hicieron miles ayer rumbo a la capital espiritual del Paraguay.

El pago de promesas se cumple sin titubear. Las razones son diversas. Venciendo el cansancio, Irma Ozuna peregrinó con una corona en la cabeza para agradecer con fe. “Todo lo que yo le pido ella me da, cómo no voy a venir. Yo vi sus milagros”. Fue la primera vez que la mujer con este look virginal: capa, corona y vestido alba. No tuvo un motivo banal. Se operó contra todo pronóstico de diabetes e hipertensión; como todo salió bien, hace dos meses, no titubeó y ayer se puso a peregrinar desde J. A. Saldívar en compañía de su marido.

El calor agotó, a pesar del sombrero, el kepis, el tereré o la cerveza fría que bebieron al pasar. Las necesidades básicas por el camino se solucionaron con creatividad y billetes de G. 2.000. El hambre y las ganas de cometer el pecado de la gula aumentaron, de repente, como el cansancio al arribar los cerros. En el camino, los adultos rezaron, los jóvenes bromearon.

Otros optaron por hacer un servicio. Robaron risas, ofrecieron agua y regalaron abrazos al costado del camino para dar fuerzas a los peregrinos en el último tramo hasta la Basílica. Como prometieron al papa Francisco, sus 40 servidores del Decanato 8 de Villa Elisa y de Fernando de la Mora llegaron el 6 de diciembre para ofrecer este servicio de animación.

La larga cadena de peregrinos tomó la Villa al caer la noche. La Basílica recibió a los promeseros, otros volvieron a pedir otro favor a la Virgen.