Desde el Escolar del Diario lanzamos un afiche muy esquemático en cuya introducción escribimos que las diferencias cromosomáticas, anatómicas, fisiológicas, hormonales, síquicas entre varones y mujeres hacen que, al complementarnos en igualdad de condiciones y con respeto mutuo, construyamos la sociedad y la cultura con equilibrio y creatividad. Algunas de las casillas sacadas del contexto podrían malinterpretarse, sobre todo, en este momento en que se debate sobre la igualdad, la dignidad, pero también sobre la ideología de género como postura que niega toda distinción y propone que la identidad de género es una mera construcción sociocultural y no depende de la biología. De mi parte, tomo muy en cuenta las críticas y sugerencias, y propongo no cerrarnos y seguir estudiando más lo que la neurociencia descubre y verifica hoy sobre el funcionamiento del cerebro de la mujer con relación al del varón, entre otros temas.
Y hablando del aporte de la ciencia, es interesante la declaración del Colegio Americano de Pediatras de Estados Unidos en la que piden a educadores y legisladores “rechazar todas las políticas que condicionen a los niños para aceptar como normal una vida de suplantación química o quirúrgica de su sexo por el sexo opuesto” y que “son los hechos y no la ideología los que determinan la realidad”, explicando que “la sexualidad es un rasgo biológico objetivo”.
Resumimos 3 de los 8 puntos de la declaración basada en varios estudios científicos, con referencias citadas por sus autores: 1. La sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario: XY y XX son marcadores genéticos saludables, no los marcadores genéticos de un trastorno. La norma del diseño humano es ser concebido como hombre o como mujer. La sexualidad humana es binaria por definición, siendo su finalidad obvia la reproducción y crecimiento de nuestra especie... Los individuos con trastornos del desarrollo sexual no constituyen un tercer sexo.
2. Todos nacemos con un sexo biológico. El género (la conciencia y sentimiento de uno mismo como hombre o mujer) es un concepto sociológico y sicológico, no un concepto biológico objetivo. Nadie nace con conciencia de sí mismo como hombre o mujer; esta conciencia se desarrolla con el tiempo y, como todos los procesos de desarrollo, puede desviarse a consecuencia de las percepciones subjetivas del niño, de sus relaciones y de sus experiencias adversas desde la infancia. Quienes se identifican como “sintiéndose del sexo opuesto” o como “algo intermedio” no conforman un tercer sexo...
3. La creencia de una persona de que él o ella es algo que no es constituye, en el mejor de los casos, un signo de pensamiento confuso. Cuando un niño biológicamente sano cree que es una niña, o una niña biológicamente sana cree que es un niño, existe un problema sicológico objetivo en la mente, no en el cuerpo, y debe ser tratado como tal. Estos niños padecen disforia de género, antes denominada trastorno de identidad de género, la cual es un trastorno mental así reconocido en la más reciente edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). ¡Sigamos analizando más argumentos en otra ocasión ya que la ciencia tiene un resplandor, una belleza, que da luz sobre muchos temas!