Cristina Vera, de 46 años, es vendedora ambulante en el Mercado Cuatro, al igual que su marido Eusebio. La mujer, que ya había dado a luz a 19 hijos, viajaba en la tarde de este martes a bordo de un colectivo de la línea 38 cuando comenzó con los trabajos de parto.
Según el relato de la madre, los pasajeros del ómnibus la ayudaron a descender en Fernando de la Mora y General Santos, donde ingresó a una farmacia para pedir auxilio, pero una persona con acento extranjero la sacó de inmediato hasta la vereda. “Me agarró del brazo y me dijo que no sabía qué hacer conmigo, que salga de ahí", comentó.
Los pasajeros llamaron al servicio de ambulancias SEME, pero el pequeño no pudo esperar y llegó a este mundo en plena vía pública.
Bajo la intensa lluvia que caía a esa hora sobre la capital del país y ciudades vecinas, y la ayuda de los pasajeros del colectivo, la mujer dio a luz en la vereda de la farmacia de donde fue sacada a empujones.
La solidaridad de quienes se encontraban en ese lugar hizo que tanto el niño como la madre pudieran esperar y ser trasladados en una ambulancia hasta el Hospital de Lambaré.
Ambos se encuentran en buen estado de salud y dependiendo de algunos análisis de laboratorio el alta será dado esta semana, para que puedan reunirse con el resto de su familia que les esperan en su casa de Ypané, comentó el director del centro asistencial, Robert Núñez.
El médico también agregó que las personas de buen corazón que deseen colaborar con la familia del bebé pueden acercar hasta el Hospital de Lambaré leche, pañales y ropas.
Núñez explicó que a pesar de que la mujer llevó a término su embarazo fue de alto riesgo, además de la cantidad de hijos con los que ya cuentan, por lo que la pareja será introducida a un programa de planificación familiar.
Antecedentes. La pareja tiene 20 hijos, de los cuales 13 están con vida, cuatro aún están en etapa escolar y ya son abuelos de seis nietos.
El hijo mayor tiene 28 años, se llama Blas Andrés Vera Vera y cuando tenía 15 años viajó al Brasil en busca de mejoras económicas. Desde entonces perdió contacto con su familia.
Cristina manifiesta que le gustaría saber si su hijo se encuentra bien ya que intentó en varias ocasiones comunicarse con él, pero el esfuerzo fue en vano.
Finalmente, la mujer dijo que ya era hora de “cerrar la fábrica” porque la situación está difícil, aunque también manifestó que no les falta para la comida porque todos los días trabajan para tener el pan en la mesa.