En la Norteamérica de los años 50, bajo la Guerra Fría del senador Joseph McCarthy, probablemente apelar a un recurso así hubiera resultado demoledor. También lo hubiera sido en el Paraguay de los años 60, 70 y hasta 80, con tantos pyrague de la dictadura stronista encontrando comunistas ateos y apátridas hasta en la sopa.
Pero... ¿ahora? ¿En plena era digital, con océanos de redes sociales y datos abiertos en internet? Tras la posmodernidad del “fin de la historia” y “la muerte de las ideologías”, ¿alguien puede creer todavía que hay tipos barbudos que comen niños, o que la gente acepte cuentos como las antiguas historias del cucú lelé?
Aun así, el ministro del Interior, Francisco De Vargas, acusó al ex ministro Rafael Filizzola, presidente del Partido Democrático Progresista (PDP), se ser un “aliado político” del grupo armado criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), al que se atribuye el reciente asesinato de ocho militares en Arroyito, Concepción.
Tan grave acusación, venida del principal ministro político del gabinete de Horacio Cartes, estaba sustentada apenas en una vieja foto, en la que se ve a Filizzola hablando con Lucio Silva, actual miembro del EPP, y con Gustavo Lezcano, procesado por el secuestro de Cecilia Cubas.
Bastó que narremos en qué circunstancias se tomó y publicó esa foto, en un reportaje de ÚH del 18 de marzo de 2002, cuando ambos se presentaron ante la Fiscalía y el entonces diputado Filizzola fue un intermediario, para que la “prueba” del ministro De Vargas se desbarate por su propio peso. ¿Es tan precario su servicio de inteligencia?
Pero está visto que el “disparen contra todo lo que huela a izquierda” no es un discurso aislado de De Vargas, sino un libreto que sale de la ANR y de Mburuvicha Róga, donde el asesor político Javier Zacarías Irún disparó que “el Frente Guasu es el brazo político del EPP”, sustentándose en las mismas antiguas “pruebas” ya mostradas incontables veces: fotos del ex presidente Fernando Lugo y otros con personas que hoy serían cercanas al grupo armado, pero que ya fueron desechadas por la propia Fiscalía en los juicios por secuestro, por no probar absolutamente nada.
Hasta el supuestamente ilustrado y progresista ministro de Educación, Enrique Riera, cayó en el burdo juego de la “cacería de brujas” (la misma que la dictadura stronista aplicó contra su padre exiliado) al recalentar las viejas sospechas de “adoctrinamiento marxista” contra la escuela de Tava Guaraní, por tener figuras del Doctor Francia y el Che Guevara pintadas en sus paredes.
O los del Gobierno cayeron todos en el túnel del tiempo... o están muy desesperados por lo que pueda suceder en las próximas elecciones.