La pareja decidió que con toda la experiencia adquirida podían contribuir para mejorar un poco el mundo. Es así que cultivan la semilla de la esperanza en los niños para que puedan creer en sus sueños. Los viajeros, de nacionalidad argentina, llegan a las escuelas de cada localidad que visitan para charlar con los alumnos. “De qué me sirve todo lo que aprendí si no lo voy a transmitir, y nada mejor que hacerlo con los niños, para que ellos empiecen a apostar por sus sueños, no precisamente que salgan a viajar por el mundo, sino que puedan creer en ellos mismos”, comenta Pamela.
Sebastián agrega que utilizan distintas dinámicas para pasar un momento distendido con los chicos. Destaca que el aprendizaje es mutuo, pues entre la amena charla los chicos enseñan sobre sus costumbres y ellos a través de los viajes muestran un poco de geografía, cultura y la importancia de vivir motivados.
Los aventureros afirman que la mejor satisfacción que tienen al salir de cada institución es ganarse la sonrisa y el cariño de los chicos a quienes visitaron.