La información apareció ayer en este diario: proponen la creación de otro archivo nacional. Lo propuso el director de la Comisión de Verdad y Justicia, Jorge Rolón Luna, y con fundamento. Son demasiados los documentos públicos que se han perdido, pueden perderse o no están disponibles, lo cual representa un daño por varias razones.
Para comenzar, y esto es lo que más preocupa a la Comisión, se nos hace difícil evaluar la situación de los derechos humanos en el Paraguay. ¿Hemos progresado desde la caída de Stroessner? Yo pienso que sí, en términos generales. ¿Corremos el peligro de retroceder? Tengo la impresión de que sí, considerando ciertos casos alarmantes, como el proceso de los campesinos de Curuguaty, que más bien parece un proceso de la Edad Media, con personas condenadas sin fundamento racional.
No debería tratarse de una impresión personal, sino de una constatación efectuada con los debidos fundamentos; con el estudio de la información pertinente. Ahí está el problema, como diría Hamlet. ¿Dónde está la información? En la generalidad de los casos falta, no solo en lo relativo a los derechos humanos. ¿Por qué falta? Porque, en rigor, no existe un archivo nacional.
La institución que llamamos así, con su local en Mariscal Estigarribia e Iturbe, es un archivo histórico: allí hay documentos públicos hasta 1870; ocasionalmente, también hay otros de fecha posteriores, como ciertos papeles del Ministerio de Educación que vi una vez y que, si mal no recuerdo, eran de 1920.
Está muy bien que un país tenga un archivo histórico, como nuestro Archivo Nacional, el más antiguo del Río de la Plata. Sin embargo, no basta con eso; también debemos tener un archivo nacional, en sentido estricto, donde se guarden y se ordenen los documentos recientes, para que todos puedan verlos.
En ese nuevo Archivo Nacional deberían estar, por ejemplo, todos los documentos del Ministerio de Educación, para que podamos ver la evolución de los programas de estudio en el Paraguay. También debería estar allí la documentación relativa a la economía, las obras públicas, la organización administrativa. Sin esa documentación, no es posible escribir una historia seria de nuestro pasado reciente.
Durante el gobierno de Wasmosy ya se preparó un proyecto muy razonable para crear el archivo nacional, que por desgracia no llegó a concretarse. Espero que ahora, de una vez por todas, el proyecto se materialice, para que podamos conocer mejor el pasado y el presente.
La historia es la maestra de la vida, decía Cicerón; aquí ha sido tema de discusiones sin sentido, que se volverán más difíciles con la creación de un auténtico Archivo Nacional.