“El 26 de abril de 1986 a la 1h 23' 58'’ una serie de explosiones destruyeron el reactor y el cuarto bloque energético de la Central Eléctrica Atómica de Chernóbil. La catástrofe se convirtió en el desastre tecnológico más grave del siglo XX”. Enciclopedia bielorrusa.
“Antes de Chernóbil, por cada 100.000 habitantes de Belarús se producían 82 casos de enfermedades oncológicas. Hoy, las estadísticas son las siguientes: por cada 100.000 habitantes, hay 6.000 enfermos”. Informaciones de autoridades bielorrusas.
“Hacía entre veinticinco y treinta deposiciones al día. Con sangre y mucosidad... La piel se le empezó a resquebrajar por las manos, por los pies. Todo el cuerpo se cubrió de forúnculos. Cuando movía la cabeza sobre la almohada, se le quedaban mechones de pelo”. La esposa de un bombero que fue uno de los primeros que asistió al desastre.
“El primer día vimos la central nuclear desde lejos; al segundo ya recogíamos los residuos a su alrededor. Los llevábamos en cubo. Usábamos palas comunes, barríamos con las escobas que usan los barrenderos”. Soldado destinado a la central nuclear.
“Sentencia: A Viktor Briujánov, Nikolai Fomin y Anatoli Diátlov les cayeron diez años a cada uno. Para el resto, las penas fueron más cortas. En conclusión, Anatoli Diátlov y Yuri Laushkin murieron a consecuencia de las radiaciones. El ingeniero jefe Nokolái Fomin perdió la razón... En cambio, el director de la central, Viktor Briujánov, cumplió la condena de principio a fin: los diez años enteros... El ex director vive en Kiev, donde trabaja de simple oficinista de una empresa. Así acaba la historia”. Informaciones recogidas de publicaciones bielorrusas.
“Pasados cinco años, el cáncer de tiroides creció treinta veces entre los niños. Se ha establecido el crecimiento de las lesiones congénitas de desarrollo, de las enfermedades renales, del corazón, de la diabetes infantil... Pasados diez años, la duración media de la vida de los bielorrusos se redujo a los cincuenta-sesenta años. Yo creo en la historia, en el juicio de la historia. Chernóbil no ha terminado, tan solo acaba de empezar”. Testimonio de un científico bielorruso.
Estos son testimonios recogidos en su libro Voces de Chernóbil por la premio nobel 2015, la bielorrusa Svetlana Alexievich. Bielorrusia es un país enclavado entre gigantes, Rusia y Ucrania. Cuando se especula en poner una central nuclear en Formosa, es bueno recordar esta catástrofe. Por las dudas.