Lunes|17|NOVIEMBRE|2008
grolon@uhora.com.py
***
Como para alquilar balcones. Así está la situación en la siempre bien ponderada pero también muy criticada Yacyretá. Usted exclamará: ¡nada nuevo bajo el sol! Y estará en lo cierto. De hecho, desde aquella calificación de “monumento a la corrupción” que diera el no menos polémico ahora ex presidente argentino, Carlos Saúl Menem, a la hidroeléctrica que compartimos con los del país vecino del sur, los manejos dados por las diferentes administraciones bajo los distintos gobiernos han sido de muy dudosa discrecionalidad.
Y he ahí la cuestión. Históricamente -con la dictadura stronista, primero, y los sistemas más o menos democráticos, que vinieron después-, los manejos que se dieron no solo a esta sino a la otra hidroeléctrica en el país fueron absolutamente discrecionales y al margen de todo intento de control. No hay que olvidar que tanto las administraciones del ente como los gobiernos en cuestión, de este lado de la entidad, digo, eran colorados.
Hoy, que al frente del país tenemos a un ex obispo con el apoyo de una alianza no colorada, las cosas, en Yacyretá, siguen siendo tanto o igualmente mal administradas, por llamarlo de alguna manera.
“Como antes, como ayer”, andan jactándose ya algunos colorados. Es más, estos sostienen incluso que por lo menos ellos no ventilaban tan alegremente sus negociados a través de los medios de comunicación como lo hacen hoy los luguistas.
Bueno, independientemente de lo que opinen aquellos, lo cierto es que precisamente porque al frente de la binacional no están los colorados es que el escándalo desatado ahora en la entidad sorprende, alarma y decepciona tanto.
Y es también precisamente por eso que el presidente Fernando Lugo no puede quedarse de brazos cruzados y con la excusa de que “es un conflicto interno, lo tienen que resolver internamente” (Última Hora/15/11/08, página 5), y dejar que sus aliados hagan y digan de todo en Yacyretá.
Es más, si yo fuera Fernando Lugo ya los habría despedido a todos. “Barrido con y a todos”, como dice esa tan peculiar y gráfica expresión a la que apelamos los paraguayos y las paraguayas cuando hablamos de introducir cambios en una administración.
Después de todo, están en juego no solo los 1.800 millones de dólares en obras que deben adjudicarse, según lo denunció un consejero de la entidad (Roberto Paredes), sino la mismísima credibilidad y honestidad de su gobierno.
Usted señor, usted señora, coincidirá conmigo en que el presidente de la República no puede ni debe esperar un solo minuto más. Está obligado a disponer, de un solo decretazo, la remoción de todos y cada uno de los directivos del ente. Sí, así como lo leyó: absolutamente todos los directores y consejeros de la Entidad Binacional Yacyretá.
Salvo que Roberto Paredes esté hablando en nombre del mandatario. Eso, definitivamente, cambia las cosas y ubica de manera muy distinta las piezas en el tablero del poder luguista. Aunque, obviamente, la cosa no por ello deja de ser menos desesperante. ¿O no?