San Marcos nos dice que todos le espiaban para ver si curaba en sábado. El Señor no se esconde ni disimula; por el contrario, pidió a este hombre que se colocara en medio, para que todos lo pudieran ver bien.
Y les dijo: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla? Ellos permanecieron callados. Entonces, Jesús, indignado por su hipocresía, los miró airado y, a la vez, entristecido por la ceguera de sus corazones…
Y le habló al hombre: extiende tu mano. La extendió, y su mano quedó curada. Aquel enfermo, en el centro de todos, se llenó de confianza en Jesús…
La vida de este hombre tomaría un nuevo rumbo después del pequeño esfuerzo exigido por Cristo; es el que nos pide también en los asuntos más normales de la vida diaria. Hoy debemos considerar “cómo el cristiano, en su existencia ordinaria y corriente, en los detalles más sencillos, en las circunstancias normales de su jornada habitual, pone en ejercicio la fe, la esperanza y la caridad, porque allí reposa la esencia de la conducta de un alma que cuenta con el auxilio divino”. Y necesitamos esta ayuda del Señor para salir de nuestra incapacidad…
El papa Francisco a propósito de la lectura de hoy dijo: “En los Evangelios, muchas páginas hablan de los encuentros de Jesús con los enfermos y su compromiso por sanarlos. Se presenta públicamente como un luchador contra la enfermedad y que ha venido para sanar al hombre de todo mal. El mal del espíritu y el mal del cuerpo.
La debilidad y el sufrimiento de nuestros afectos más queridos y más sagrados, pueden ser, para nuestros hijos y nuestros nietos, una escuela de vida, -educar a los hijos y los nietos a entender esta cercanía en la enfermedad en la familia- y se convierten cuando los momentos de enfermedad están acompañados por la oración y la cercanía afectuosa y atenta de los familiares…”.
(Frases extractadas de http://www.homiletica.org/francisfernandez/franciscofernandez0083.htm y https://es.catholic.net/op/articulos/12313/cat/337/curacion-de-un-enfermo-en-sabado.html#modal)