Francisca Irala tiene como nuevo hogar, desde hace más de un mes, al Hospital de Trauma. En los pasillos pasa la mayor parte de su jornada, en espera de noticias de su marido Daniel Fleitas, quien, a diferencia de muchos otros compatriotas que están peleando la gran batalla por sus vidas a causa de la pandemia, pelea su propia batalla para no ser arrebatado por la muerte, desde el momento en que unos motochorros le dispararon en la cabeza en Luque.
La mujer lamenta la inseguridad que vivimos día a día y trastorna la vida de una familia. “Mi marido ni siquiera fue asaltado; le dispararon dos muchachitos porque él cuando vio el asalto corrió para cruzar la calle y por eso le dispararon. Los motochorros atentan contra el derecho a la vida, algo se tiene que hacer con ellos”, reflexiona.
Para la familia de Daniel, todos los días es una lucha. Pero la solidaridad es oro en estas situaciones y sus aliados son los vecinos y los amigos, único soporte ante la ausencia del Estado. “Todos los días tenemos un gasto de un millón a dos millones de guaraníes. Yo ya no puedo trabajar y son los amigos los que están apoyando; estamos viviendo de la solidaridad de las personas”, expresó Francisca, con la voz quebrada por una mezcla de impotencia y tristeza.
Daniel y Francisca tienen dos hijos; uno de 9 años y el otro varón de 3 años. Según su mamá, todos los días preguntan por su padre. “Cuando vuelvo a casa, ellos creen que detrás de mí va a llegar su papá. Les tengo que decir que él sigue en el hospital”, dice.
Este año planeaban montar una panadería en su ciudad, porque Daniel ya no tenía casi ingresos con su profesión de profesor de música.
Todos sus proyectos quedaron truncos por un balazo en la cabeza que dejó en vilo a su familia. “Él se encuentra muy delicado y es por eso que los médicos no nos dan muchas esperanzas de recuperación, pero estamos en manos de Dios, quien tiene la última palabra”, manifiesta la esposa, expresando una profunda convicción de fe.
EL CASO. El reloj marcaba las 21:00 del martes 13 de abril, cuando Daniel compartía con sus hijos en una plaza pública del barrio Mora Cué de Luque.
La primera versión era que se resistió a un asalto y que por ello los motoasaltantes le dispararon. Pero cámaras de seguridad confirmaron que Daniel no fue la víctima, sino que le dispararon cuando se alejaba corriendo del lugar.
Su esposa asegura que siguió de cerca la investigación durante un tiempo, pero luego dejó de lado. “Creo que terminó en el oparei y nunca les agarraron a los culpables, pero eso es ahora algo secundario. Lo que nosotros queremos es recuperar a mi marido”, señala.
El disparo fue en la nuca y afectó zonas importantes, por lo que Daniel continúa hace más de un mes internado en terapia intensiva.
Las personas que quieran colaborar con la familia y con la gente que los está sosteniendo, pueden realizar giros al (0991) 456-179 o mediante transferencia bancaria a Itaú, en la cuenta N° 28419497 a nombre de Angélica Sánchez CI 3.645.868.