En varios lugares ya han empezado a aplicarse distintas versiones de las vacunas contra el Covid-19, producidas en tiempo récord, mostrando los increíbles avances de la medicina, y aunque aún persisten interrogantes acerca de su eficacia, se extiende un manto de esperanza en que muy pronto se logre recuperar la normalidad de los procesos de vida y producción en cada país, aplicando en lo posible las necesarias correcciones con base en las lecciones aprendidas de esta experiencia traumática a nivel global.
En el Paraguay, aunque la vacuna probablemente llegará con mayor retraso, al menos para la mayoría de la población, y habrá que superar varios obstáculos para que alcance a los sectores más favorecidos, también deberemos enfrentar y buscar vencer a varios otros virus, igualmente nocivos, que en el año que se fue nos han golpeado con mucha fuerza. En forma especial, podemos referirnos a los de la corrupción y la impunidad, que nuevamente se han manifestado con los efectos de otras verdaderas pandemias.
Particularmente significativos han resultado los escandalosos casos de corrupción detectados en plena cuarentena, sobre todo en torno a una millonaria compra de insumos y equipos médicos que el Ministerio de Salud adjudicó en forma directa a las empresas Eurotec SA e Insumos Médicos SA, en el marco de la Ley de Emergencia, para equipar a los desguarnecidos hospitales y al personal de blanco que lucha contra la pandemia, pero los equipos no cumplían con las especificaciones técnicas requeridas. Un informe de la Contraloría indicó que Salud incurrió en “irregularidades en todo el proceso de compras” y otro informe de la Comisión Giuzzio confirmó que se había montado un esquema delictivo para compras fraudulentas con dinero del Estado. A pesar de las visibles evidencias, el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, trató de minimizar lo ocurrido y de encubrir a los funcionarios involucrados. La Fiscalía y la Justicia no avanzaron en las investigaciones y los empresarios acusados acabaron beneficiados con medidas alternativas a la prisión.
Otros casos claves, como el acuerdo secreto para entregar millonarios fondos de Petropar a una empresa argentina, que causó la renuncia del procurador general de la República, o el vergonzoso blanqueo del ex senador colorado Óscar González Daher y sus socios, acusados por tráfico de influencia, dejaron la frustrante e indignante sensación de que el Paraguay sigue siendo el reino de la corrupción y la injusticia.
Aunque la horda política que maneja el país parece decidida a seguir acaparando los espacios de poder sin ofrecer cambios significativos, debemos confiar en que, para este 2021, la conciencia ciudadana haya crecido en medio de la dura experiencia de la pandemia y que exista una participación más crítica para no seguir votando por los mismos sinvergüenzas de siempre, apostando por alternativas más válidas.