29 mar. 2024

Vencer al EPP construyendo un país en paz y con justicia social

El grupo armado criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo es una amenaza para la seguridad, pero no es el único problema para avanzar hacia un país en paz y con verdadera justicia social. Es importante redoblar los esfuerzos por vencerlo, y principalmente recuperar con vida a las personas que están secuestradas, pero no debemos dejar que la conmoción actual nos haga olvidar las muchas otras cuestiones importantes que también nos desafían: desterrar la corrupción, sanear la política, mejorar la salud y la educación, superar la pobreza y principalmente consolidar la democracia. Será la mejor manera de vencer no solo al EPP, sino a todas las mafias que mantienen secuestrado al Paraguay.

La última acción delictiva atribuida al grupo armado criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), al haberse producido el secuestro del ex vicepresidente de la República, Óscar Denis Sánchez, y al joven peón Adelio Mendoza, de la etnia indígena Paî Tavyterã, en la región de Bella Vista, Departamento de Amambay, mantiene en vilo a la opinión pública, como resulta lógico por el alto impacto mediático que envuelve a una personalidad muy reconocida del ámbito político y por la preocupación que genera su delicado estado de salud.

Resulta importante, por ello, redoblar los esfuerzos desde los organismos del Estado. Pero al mismo tiempo también desde sectores de la misma sociedad, para que las personas que han sido secuestradas puedan ser recuperadas muy pronto con vida y estén nuevamente reunidas con sus familiares, y que quienes han cometido el horrendo acto criminal puedan ser sometidas ante la Justicia.

Hasta ahora, en casi dos décadas de mantenerse activo sin haber podido ser desarticulado por los organismos de seguridad y de Justicia, al EPP se le atribuyen más de 135 golpes delictivos y ataques violentos, que incluyen 15 secuestros de personas y 67 asesinatos, entre ellos de 38 civiles, 18 policías y 11 militares, según datos oficiales.

A ello se suman las denuncias sobre el reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes, como también de jóvenes miembros de comunidades indígenas para la lucha armada.

Son situaciones y cifras estadísticas que sitúan a este grupo criminal como uno de los principales enemigos del Estado y de la sociedad, pero no es el único.

Más allá del gran interés informativo por conocer cómo evoluciona el actual conflicto, no hay que perder de vista que también causan muerte y dolor las mafias del crimen organizado y el narcotráfico, los políticos corruptos que roban millones y gozan de mucha impunidad, los que atentan cotidiana y estructuralmente contra miles de familias humildes, robándoles el derecho a una vida digna.

Por ello, sin dejar de movilizarnos solidariamente para exigir la inmediata libertad de Óscar Denis Sánchez y Adelio Mendoza, no dejemos que la conmoción actual nos haga olvidar las muchas otras cuestiones importantes que también nos desafían: desterrar la corrupción, sanear la política, mejorar la salud y la educación, superar la pobreza y principalmente consolidad la democracia.

En este contexto, urge abrir un debate político y ciudadano que permita realizar un adecuado examen de las acciones hasta ahora desarrolladas en la lucha contra el EPP, que además de costar mucho dinero al Estado, no ha arrojado los resultados que se esperan en desarticular la amenaza del grupo armado, mientras por otra parte existen fuertes críticas y denuncias acerca de abusos cometidos por miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC).

“No hay camino para la paz, sino que la paz es el camino”, había dicho el gran líder y luchador humanista por la independencia de la India, Mahatma Gandhi. Insistir en la construcción de una sociedad con paz verdadera y justicia social será la mejor manera de vencer no solo al EPP, sino a todas las mafias que mantienen secuestrado al Paraguay.

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