24 dic. 2025

Vallotton en el Grand Palais de París, una de las grandes citas del otoño

París 12 oct (EFE).- El Grand Palais revela desde un ángulo inédito la obra del artista suizo-francés Félix Vallotton (1865-1925), prolífico pintor, anarquista y burgués a la vez, a quien París rinde homenaje hasta el próximo enero, por primera vez desde 1979.

Fotografía facilitada por el Grand el Palais de París de la exposición sobre Vallotton, que revela desde un ángulo inédito la obra del artista suizo-francés Félix Vallotton (1865-1925), prolífico pintor, anarquista y burgués a la vez, a quien París rinde

Fotografía facilitada por el Grand el Palais de París de la exposición sobre Vallotton, que revela desde un ángulo inédito la obra del artista suizo-francés Félix Vallotton (1865-1925), prolífico pintor, anarquista y burgués a la vez, a quien París rinde

La muestra reúne 170 obras de los 1.700 óleos, 250 grabados y el sinfín de ilustraciones creados por Vallotton, artista nacido en Lausana que a los 16 años se instaló en París, donde creó una obra “imposible de etiquetar”, subrayaron a Efe dos de sus comisarias.

La originalidad de un trabajo siempre independiente incluso cuando formó parte del grupo de los Nabi, la preferencia de la línea y el dibujo sobre su rica paleta de colores, sus excepcionales desnudos y la multiplicidad de temas tratados, convierten esta retrospectiva en una de las grandes citas de la temporada.

Sin ocultar sorprendentes altibajos creativos, París revela ante todo la grandeza de un artista menos conocido que otros pintores de su tiempo y del movimiento Nabi, como Paul Sérusier, Édouard Vuillard, Odile Redon, Pierre Bonnard o Maurice Denis.

“Salvo en Suiza, donde todos los museos tienen al menos una sala Vallotton”, según recordaron las comisarias Isabelle Cahn, conservadora Museo de Orsay, y Katia Poletti, de la Fundación Félix Vallotton de Lausana.

En el corazón de la muestra brilla una de esas creaciones imposibles de ver salvo en su museo de origen, “Le Bain au soir d’été”, escena repleta de referencias a otros cuadros primitivos y modernos, con mujeres de todas las edades envueltas en una atmósfera crepuscular; préstamo excepcional procedente de Zúrich que en el Salón de los Independientes de 1893 hizo reír al público, pero hoy es la estrella del Grand Palais.

El recorrido de “Félix Vallotton. Le feu sous la glace” es abiertamente atípico, articulado en diez ejes temáticos que exploran la reflexión estética, social y política del pintor.

Un circuito que los comisarios quisieron “muy dinámico, accesible a todo el mundo, lejos de toda lección magistral”, y que comienza en el “Idealismo y la pureza de la línea” que caracterizan su obra.

Sus celebradas “Perspectivas planas”, paisajes en su mayoría, ocupan la segunda sala; mientras que la tercera, bajo el rótulo “Inhibición y mentira”, se centra en los temas costumbristas sobre los que trabajó con diferente intensidad entre 1897 y 1920.

Siguen las obras inspiradas directamente de “Una mirada fotográfica”, la suya, a veces junto a las instantáneas que tomó como punto de partida; y un espacio dedicado a “La violencia trágica de una mancha negra”, o el contraste entre blanco y negro de los grabados que le hicieron famoso entre 1891 y 1901.

“El doble femenino”, con piezas como “La Maîtresse et la servante” (La señora y la criada), ambas desnudas entrando al mar de la mano, precede a la sala del “Erotismo helado”, donde el desnudo aparece “como cristalizado bajo el efecto de una súbita glaciación”, explicó Isabelle Cahn.

Las secciones “Opulencia de la materia”, con naturalezas muertas, muy numerosas en su producción tardía y también desnudos a veces abruptos; y “Mitologías modernas”, donde Valotton explora con variada fortuna mitos como el de Europa, Orlando furioso y Perseo, conducen al visitante hasta su punto final: “C’est la Guerre !” (¡Es la Guerra!) concentración de sus obras más oscuras.

Allí, junto al poético alineamiento de cruces y tumbas de “Cimetière militaire de Châlons” o el “Paysage de ruines et d’incendies” causados por la Gran Guerra (1914 y 1918), el visitante afronta piezas de mayores dimensiones como “La Haine”, antítesis de Adan y Eva en el Paraíso y retrato de su infeliz relación de pareja.

Dada su fecha, el 23 de julio de 1914, su Orfeo despedazado en manos de un grupo de crueles asesinas, “Orphée dépecé”, es un cuadro premonitorio de los horrores de la guerra a punto de comenzar, pero también una de sus obras que ilustra la ambigua concepción de la mujer que tenía Vallotton.

María Luisa Gaspar

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