Varios estudios en Australia, Sudáfrica, Europa o Estados Unidos verifican la hipótesis del efecto escudo que tendría esta vacuna contra el nuevo coronavirus.
“Hace décadas que sabemos que la BCG tiene efectos beneficiosos no específicos”, es decir, que protege contra enfermedades además de aquella para la que fue creada: la tuberculosis, explicó en abril a la AFP Camille Locht, director de investigación Inserm en el Instituto Pasteur de Lille.
Esta pista de investigación interesa sobremanera a Bulgaria, un importante fabricante de la vacuna contra la tuberculosis y uno de los países que ha mantenido la vacunación obligatoria de todos los bebés. Muchos otros se decantaron por la prescripción selectiva.
En abril el primer ministro búlgaro Boiko Borisov visitó la empresa Bul Bio, un laboratorio público que produce varias vacunas, como la famosa BCG, exportada a 140 países.
Basándose en un aumento de la demanda internacional, anunció una financiación de 10,4 millones de leva (5,2 millones de euros, 5,7 millones de dólares) para una nueva línea de fabricación que permitirá a la compañía con sede en Sofía duplicar la producción anual de la BCG, para que pase a 4 millones de ampollas, que corresponden a 40 millones de dosis.
“Debido a su baja rentabilidad y a su complejo proceso de producción, hay una gran tensión en el suministro de esta vacuna a escala global”, asegura a la AFP Roumen Kofinov, director de Bul Bio.
Su laboratorio es uno de los 22 fabricantes de la BCG en el mundo, según un estudio científico publicado en 2018 que cita solo tres en la UE.