A 31 años del regreso de la democracia al Paraguay, tras el golpe que derribó al régimen stronista, el Palacio de Gobierno ha vuelto a ser el escenario de una gran reunión de colorados, en busca –una vez más– de la unidad. Acudieron ayer ex presidentes de la República, así como ex presidentes del Partido Colorado, incluidos algunos personajes que ya eran habitués del palacio en tiempos del dictador. Incluso los que guardan no escaso optimismo no descartan en breve el muy anunciado “abrazo republicano” entre el presidente Mario Abdo Benítez y el ex presidente Horacio Cartes.
El proceso de búsqueda de consenso había arrancado por iniciativa de los gobernadores colorados, quienes pusieron en marcha el Operativo Cicatriz, con el que se busca superar las diferencias entre cartistas y referentes de Añetete.
El objetivo principal, dicen, es para consensuar candidaturas para la Junta de Gobierno y para los principales municipios: Asunción, Ciudad del Este, Encarnación, Pilar, Fernando de la Mora y Lambaré. Cabe recordar que las elecciones municipales se celebrarán en el mes de noviembre.
Horacio Cartes no acudió a la reunión en Palacio. Y es en este punto en el que resulta una obligación preguntarnos: ¿Cuál será el precio que pagará el país, como precio de la paz colorada?
Porque, convengamos que la dirigencia de la ANR es bien consciente de que unas elecciones internas encarnizadas pueden significar una derrota para el partido, por lo tanto, no quieren permitir ningún tipo de victoria futura de la oposición.
Además, tampoco es ocioso interrogarse sobre la posibilidad de que este Operativo Cicatriz en busca de la unidad partidaria sea en realidad una operación para enmascarar un nuevo pacto de impunidad.
No es por ingenuidad que formulamos el anhelo de que los políticos de este partido piensen por una vez en el país, más que en el partido y sus propios intereses particulares y empresariales. Exactamente como plantea siempre el papa Francisco a los políticos del mundo: “Que antepongan el bien común a sus intereses privados, que no se dejen intimidar por los grandes poderes financieros y mediáticos”. Así como que la política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía, señalaba Bergoglio sobre los políticos, que si “no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”.
Nuestro país merece dejar de ser un país atrasado, no tener esos niveles alarmantes de pobreza y ser tan poco confiable para las inversiones.
Nos merecemos un mejor desarrollo humano, desterrar la corrupción y contar con mejores políticos. Ya es hora de que los políticos dejen de anteponer sus intereses por encima de los intereses de todo un país.