La brillante oportunidad de reformar las estructuras autoritarias de la Universidad Nacional de Asunción y construir un nuevo modelo, con participación democrática, se volvió a perder durante la Asamblea Universitaria realizada este miércoles en el Campus de San Lorenzo.
En una traición al espíritu de la mayor movilización estudiantil, conocida como #UNAnotecalles, iniciada en setiembre de 2015, y que provocó la forzada dimisión y la prisión del entonces rector de la UNA, Froilán Peralta, junto a otros decanos y funcionarios, las autoridades que hoy gobiernan la Universidad impusieron la aprobación de un proyecto de reforma estatutaria que mantiene los privilegios docentes en los órganos de gobierno, burlando al alumnado.
Llamativamente, el actual rector Abel Bernal y varios de los decanos obtuvieron sus cargos gracias a la crisis provocada por la revuelta estudiantil, motivada a su vez por una investigación periodística de ÚLTIMA HORA, que puso de resalto el alto nivel de corrupción que existía en las estructuras de la UNA. El rector y las autoridades que asumieron se habían comprometido a respaldar los reclamos de los estudiantes y a trabajar con sus representantes en la implementación de las reformas exigidas.
Sin embargo, no fue eso lo que ocurrió el miércoles, durante la Asamblea Universitaria. En una repentina maniobra jurídica que dejó fuera a los estudiantes, el grueso de los asambleístas aprobó los términos de un “proyecto paralelo” de reforma, presentado por el vicedecano de la Facultad de Derecho, Osvaldo González, que mantiene la disparidad en la conformación de los órganos de gobierno, al menos en los consejos directivos de las doce facultades, como en la propia Asamblea.
Con esta lamentable situación, se reproduce el mismo esquema de manejo autoritario contra el que se habían levantado los estudiantes. Así, las nuevas autoridades acaban traicionando a la revolución estudiantil que les permitió llegar al poder y repiten los errores por los que sus antecesores habían sido echados.
A la vez, reavivan el conflicto con los estudiantes, como se pudo apreciar en la jornada del miércoles, cuando una multitud de alumnos bloquearon los accesos y obligaron a que el rector y sus colaboradores permanezcan dentro de su automóvil durante más de una hora.
La rebeldía estudiantil está de nuevo activa y probablemente se extenderá en el tiempo. Es una lástima que el rector y los demás gobernantes de la UNA no hayan podido entender los signos del cambio y decidan aferrarse a un modelo de universidad que los alumnos y la sociedad ya no parecen dispuestos a seguir tolerando.