09 feb. 2025

“Una ley del servicio diplomático debe ser inclusiva y permitir sumar”

Desde su oficina en las Naciones Unidas, Nueva York, la arquitecta y experta paraguaya se expresa a favor del proyecto de ley que se estudiará en el Senado sobre el servicio diplomático y consular.

EN LA ONU. Julia Maciel es egresada de la Academia Diplomática y Consular del Paraguay.

EN LA ONU. Julia Maciel es egresada de la Academia Diplomática y Consular del Paraguay.

En el 2018, Julia Maciel se convirtió en la primera mujer en ser elegida como vicepresidenta del Comité Asesor de las Naciones Unidas para Asuntos Administrativos y Presupuestarios, en 74 años de existencia de la Organización. Esta instancia está conformada por 21 expertos, miembros elegidos por la Asamblea General, que actúan a título personal y no como representantes de los Estados miembros. La arquitecta paraguaya, de larga trayectoria en la función pública, fue reelecta para integrar el Comité hasta 2023. Es mejor egresada de la Academia Diplomática en el año 1997. Pero decidió continuar sus estudios en el exterior. Entre otros logros académicos realizó el posgrado en Servicio Exterior y Diplomacia en la Universidad de Oxford. Sin embargo, ella no integra el escalafón diplomático y consular del Ministerio de Relaciones Exteriores, aunque le ha tocado desempeñarse como consejera en la Misión Permanente de Paraguay ante las Naciones Unidas desde 2011 hasta 2017. Con conocimiento de causa, reflexiona sobre el servicio exterior y sobre la iniciativa parlamentaria que apunta a reemplazar la actual Ley Nº 1335 “Del servicio diplomático y consular”. Un proyecto de ley rechazado por tres gremios del Ministerio de Relaciones Exteriores y apoyado por el Sindicato de Funcionarios.

“Con este proyecto de ley no se pretende anular la carrera diplomática, tampoco debilitarla o como plantean algunos: confrontar a diplomáticos de carrera versus diplomáticos a la carrera. No es así, por favor. No se trata de ponernos unos contra otros, sino de debatir qué es lo más importante para el país”, dice.

En tal sentido, considera que el Paraguay no puede dejar de aprovechar recursos humanos calificados disponibles “para el bien de la nación”, como son los jóvenes que el propio Estado envía a formarse en distintas disciplinas en prestigiosas universidades del exterior. Muchos de ellos cursan maestrías y doctorados, “pero no existe una política de absorción de estos profesionales”, lamenta.

La Ley Nº1335 data del año 1999, y reglamenta el servicio diplomático y consular, pero no contempla este aspecto. “Debe haber mecanismos que permitan la incorporación de estos jóvenes connacionales al servicio exterior y para eso, habría que contemplar diferentes categorías y tipos de escalafones”.

ACADEMIA DIPLOMÁTICA. En su opinión, el país necesita no solo de aquellos que ingresaron a la Academia Diplomática. “El Paraguay necesita contar con sus mejores hombres y mujeres formados en el país o en el exterior, que tengan las competencias, conocimientos, experiencias, la voluntad y vocación de servicio necesarios para hacer un buen trabajo por y para el pueblo paraguayo, independientemente del gobierno de turno”, considera. Por eso califica como actitud mezquina defender la idea de que solo los que pasaron por la Academia Diplomática pueden representar al Paraguay.

Maciel no cree que una Academia sola pueda construir las capacidades a nivel nacional para captar hacia el Paraguay, por ejemplo, los recursos existentes a nivel mundial para la implementación de la Agenda 2030 y lograr cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). “Existen cerca de 5,9 billones de dólares a nivel mundial que son administrados por los fondos y programas, agencias y entidades especializadas, organizaciones internacionales, etc., que podrían direccionarse hacia nuestro país, pero para esto es necesario que nos enfoquemos en lo que el Paraguay necesita y apuntemos todos en esa dirección”, afirma. Profesionalizar la carrera diplomática, dice, no implica rendir exámenes de la Academia Diplomática y empezar la carrera con el rango de tercer secretario, “requisito que, por cierto, algunos diplomáticos no han cumplido al escalafonarse directamente al rango de ministro”.

LEY DEL SERVICIO DIPLOMÁTICO. A criterio suyo, la ley que desde el Senado se pretende reemplazar (Nº 1335) no se aplicó en forma igualitaria para todos los funcionarios de Relaciones Exteriores, sea para los ascensos, acceso a cargos, viajes, lugares de destino, rotaciones, tiempo de permanencia en el país o para las becas. “Solo se implementó para algunos, sino, ¿cómo se explica que varios se escalafonaron directamente al rango de ministro, saltando todas las categorías anteriores a este rango o sin tener título universitario?

Se pregunta también cómo es que unos pocos diplomáticos van siempre al mismo destino o que del total de años de servicio hayan estado más tiempo en el exterior. “Todo esto fue generando diferencias en el mismo grupo de escalafonados y una gran brecha entre las diferentes clases de funcionarios que hoy coexisten en el Ministerio de Relaciones Exteriores”, sostiene.

Por estas razones, ella se manifiesta a favor de revisar la normativa que rige el servicio diplomático hace 22 años y que de aprobarse una nueva, esta debe ser inclusiva, “debe tener mecanismos que permitan sumar y que establezca un perfil mínimo de competencias para las designaciones políticas”.

En lugar de discutir si una nueva ley puede agrupar a todas las categorías de funcionarios o no, que es uno de los puntos que se cuestiona del proyecto de ley a debatirse este mes en el Senado, se debería analizar, dice, “cómo podemos abordar todos los frentes como país en vía de desarrollo y sin litoral, rodeado por dos gigantes como vecinos, con menos del 10% de la población con acceso al nivel universitario, menos del 1% puede salir a estudiar al exterior”.

Insiste en que no puede un solo grupo de personas que se formó en una Academia Diplomática “abordar en nombre del país todos los desafíos que implica tener las capacidades de gestión, negociación, cabildeo, seguimiento, monitoreo y evaluación en el servicio exterior”.

El Paraguay requiere de los mejores profesionales técnicos también que puedan servir al país a través del Ministerio de Relaciones Exteriores. “El Ministerio no puede darse el lujo de rechazar sumar energía y fuerza laboral de alta calidad y dispuesta a mojar la camiseta. Debe haber mecanismos legales que permitan la incorporación de jóvenes brillantes que también quieran colaborar. Dirán algunos que concursen para ingresar a la Academia Diplomática, pero la cosa no empieza ni termina allí. Me duele ver a jóvenes paraguayos asesorando a otras misiones diplomáticas ante la ONU, que les preparan el discurso a embajadores extranjeros para ir a dirigirse nada menos ante el Consejo de Seguridad”, apunta.

“Tenemos que ser lo suficientemente abiertos para reconocer que hay otros que pueden sumarse a las filas de la defensa de los intereses del país, aunque no hayan pasado por la Academia Diplomática”, concluye.

ENTREVISTA A JULIA MACIEL, MIEMBRO DE LA COMISIÓN DE PRESUPUESTO DE LA ONU

Cómo es que unos pocos diplomáticos van siempre al mismo destino o que del total de años de servicio hayan estado más tiempo afuera.

El Ministerio no puede darse el lujo de rechazar sumar energía y fuerza laboral de alta calidad y dispuesta a mojar la camiseta.

Profesionalizar la carrera diplomática no implica rendir exámenes de la Academia y empezar como tercer secretario.