08 ago. 2025

Un techo que cambia la vida de los constructores y beneficiarios

Los voluntarios de Un techo para mi país comentan el antes y después de construir las casas. Cada uno de ellos lleva lecciones de vida que les ayudan a ver y pensar diferente. El voluntariado se fortalece.

un techo para mi pais

Protagonistas. Víctor Zapattini, Paz Domínguez, Guadalupe Ramírez y Eduardo Méndez cuentan sus experiencias. | Luis Enriquez

Por Patricia Figueredo<br/><br/>pfigueredo@uhora.com.py<br/><br/>Dos realidades se contrastan en cada construcción. Por un lado están los chicos de Un Techo Para Mi País (UTPMP) y por el otro las personas que se benefician con las construcciones al encontrar una mejor calidad de vida, o al menos un lugar más confortable para pasar sus días.<br/><br/>Aparentemente, en esta historia solo los dueños de las casas son los que sienten el cambio en sus vidas. Sin embargo, todos y cada uno de los voluntarios que ayudaron a clavar y unir las piezas aseguran que luego de la primera edificación la perspectiva que tienen de la vida cambia totalmente.<br/><br/> Los chicos de UTPMP, en su mayoría, tienen la posibilidad de estudiar, alimentarse, vivir dignamente y aunque esta misma realidad no la viven los que reciben las casas, ellos sostienen que son tan iguales entre sí, con la diferencia de las oportunidades que tiene cada uno.<br/><br/>"El ir y compartir un fin de semana con una familia, almorzar con una señora de 21 años y su hijo, realmente me impactó mucho. Hablamos de igual a igual, de sus sueños, de qué quiere para sus hijos, de cuál es su historia de vida, y te llega mucho porque es exactamente igual a vos, incluso con valores que son los mismos que mi familia trata de enseñarme”, cuenta Paz Domínguez, de 23 años, estudiante de Psicología laboral, de la Universidad Nacional de Asunción.<br/><br/>Aunque asegura que cuesta romper la idea de las diferencias sociales, porque es algo que se marca desde la niñez, ella y sus compañeros sostienen que con cada construcción los patrones o prejuicios se van quebrando y empiezan a valorar lo que muchas veces no les pareció tan importante.<br/><br/>"Una vez nos había hablado uno de los dirigentes del asentamiento y nos decía que sus hijos estaban en el estacionamiento de una universidad cuidando los autos, y que para ellos llegar a estudiar era un sueño, mientras que para nosotros muchas veces es algo que no valoramos o no le damos la importancia”, dice Guadalupe Ramírez, de 22 años, cursante de Psicología en la UniNorte.<br/><br/>Diciendo simplemente que se le “rompió la burbuja”, ella sintetiza el cambio que produjo en su vida llegar a los lugares más pobres o más olvidados de Asunción y sus alrededores.<br/><br/>MOTIVACIÓN. Además de construir, los chicos dejan en cada experiencia alguna semilla que esperan que en el futuro dé sus frutos.<br/><br/>En el caso de Víctor Zapattini, motivar a los más chiquitos a no dejar la escuela y seguir estudiando para que en el día mañana puedan mejorar sus condiciones es un trabajo que lo realiza fielmente.<br/><br/>"Yo trato de transmitirles que si se esfuerzan, cada vez van a mejorar más. Siempre me encariño con los niños en las construcciones y les digo que vayan a la escuela. Son pequeñas cosas que uno hace y que de a poco ellos van tomando en cuenta”, asegura.<br/><br/>Él tiene 21 años y sigue la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional y afirma que antes no dimensionaba cuán difícil era la realidad de las personas que tienen menos oportunidades y que en cambio ahora hasta el trato que tiene con otros es mejor.<br/><br/>Víctor cuenta que su primera experiencia en la construcción fue con una pareja bastante joven, con dos hijos, que vivían en un terreno que se inundaba siempre.<br/><br/>Con mucha humildad menciona que no sabe si le cambiaron la vida a la familia con la casa, pero al menos se la facilitaron, “porque ya no se iban a preocupar en cambiar las bolsas del techo o por las goteras. Es un problema menos y tienen más tiempo de dedicarse a otras cosas”, expresa.<br/><br/>De esta forma, los chicos están dejando una marca en la vida de personas extrañas, que a su vez marcan las suyas, ha&ndash; ciendo de cada construcción una enseñanza de vida que la llevarán para siempre.<br/><br/>