Leyendo en los archivos del diario Última Hora, me encontré con la siguiente nota "¿Por qué los paraguayos leen poco?”, publicada el 7 de julio de 2019. Desconozco si existen cifras fidedignas con guarismos al respecto, pero coincido con las razones expuestas por escritores y sociólogos en la citada información, como la falta de fomento, de ejemplos y de bibliotecas públicas.
Hay que reconocer que estamos en una sociedad hiperaudiovisualizada, pero que olvida detenerse para aprovechar mejor uno u otro sentido: el oído o la vista. No obstante, la escritora Susana Gertopán bien lo señalaba en la nota de años atrás, opinando que “la lectura y el ausentismo del hábito tanto en niños, jóvenes como adultos, no es un tema que concierna solo a nuestro medio”. La autora recalcó que aun con excelentes sistemas de educación, “incentivos de la lectura, métodos de capacitación permanente para los maestros y buena cantidad de bibliotecas públicas, se antepone una enfermedad a la que llaman la plaga de las pantallas”.
“Pantallas de celulares, de computadoras, de televisores, en que los entretenimientos se volvieron virales. Este nuevo virus está acabando con la lectura. Me da tanta pena ver a los padres dando a sus hijos pequeños uno de estos artefactos como sustituto de un libro de cuentos”, dijo entonces Gertopán. La ganadora del Premio Nacional de Literatura 2021 se cuestionaba además dónde radicaba la causa primigenia de la poca o acaso nula lectura. “¿Se trata de la evolución? ¿Del mal uso de los adelantos tecnológicos? ¿De sociedades en total descuido? ¿De comunidades en decadencia? No creo que sea una epidemia la del leer poco que ataña solo al Paraguay. Tampoco tengo la solución, pero sí lamento que en nuestro país no se habiliten suficientes bibliotecas y tampoco se analice y se trate como se debe el tema de la falta de lectura”.
Por estas razones es que quiero aplaudir algunas iniciativas que han aparecido apenas empezado el año, al menos aquellas que han llegado a publicarse en un medio como el mencionado al inicio de este comentario. Por ejemplo, que Atyrá reconvirtió su antigua terminal en una biblioteca, o que la Secretaría Nacional de Cultura habilitó la Biblioteca Pública Municipal, de Minga Guazú, en Alto Paraná. Además, una empresa ayudó a equipar la Biblioteca de la Escuela y Colegio La Amistad, de Mariano Roque Alonso; y jugadores del Club Olimpia crearon una biblioteca en la concentración de la institución deportiva “con la que buscan alentar el hábito de la lectura”. Ojalá estos paradigmas se multipliquen.
Extraigo un párrafo de Aportes para la enseñanza de la lectura, un informe de la Unesco publicado en 2016, para comprender un poco la importancia de esta práctica: “La lectura es un instrumento muy potente de aprendizaje: leyendo libros, periódicos o papeles es posible aprender cualesquiera de las disciplinas del saber humano. Quien aprende a leer eficientemente y lo hace con constancia desarrolla, en parte, su pensamiento. Por eso, la lectura se convierte en un aprendizaje trascendental para la escolarización y para el crecimiento intelectual de la persona”. Tal vez por estos motivos tan poco énfasis hacen en su fomento los gobiernos de Paraguay, y por eso reitero mi aplauso por los proyectos aludidos precedentemente.
La insistente lectura nos permitirá elegir mejor en abril, exigir más a los futuros representantes del pueblo, conocer los antecedentes de cada candidato, qué piensan, qué han hecho, qué pretenden llegando al poder. Suficiente con el menosprecio de otros hacia las letras, no subestimemos nosotros tampoco la potencia de esta costumbre ancestral, y a la cual tan pocos accedían hasta hace unos siglos. Entendamos el valor del privilegio de leer, y por qué no, la responsabilidad que nos llama para acudir a ella constantemente. Y, por supuesto, disfrutémosla también en los momentos de ocio, sucumbamos al placer de las páginas, que tan bien nos hace.