12 jun. 2025

Un milagro llamado Milagros

Por Claudia Riera
Esta puede ser una historia parecida a muchas, pero a muchas que no salen a la luz. Yo le cuento. Muchas madres, por diferentes razones, abandonan a sus hijos (no las juzguemos, no tenemos derecho a hacerlo). Esos niños pasan a ser un número en los centros de adopciones, que dentro de las posibilidades les brindan lo mejor que está en sus manos. Hay fundaciones infantiles que apoyan a los centros de adopciones y buscan hogares que puedan acoger a niños, para que en esos primeros meses de vida no pierdan “la vida”. Son las familias acogedoras, que cuidan a los niños mientras dura el proceso legal que le compete a cada uno de ellos. Son familias como la suya o la mía, donde cada uno se levanta todos los días para pelear la vida y muchas veces pelear contra la vida, atiborradas de problemas quizá, con el sueldo con nombre y apellido antes de fin de mes, pero que marcan la diferencia porque, a pesar de todo, no cierran el corazón.
Así fue como un día llegó Milagros a una familia acogedora. Milagros fue una beba abandonada. No tenía a nadie más que a las personas del centro de adopciones que velaban por ella. Cuando llegó a aquella familia acogedora, la casa fue un desfile de personas que se disputaban su cuidado y su atención. De un día para otro, la niña abandonada ¡había tocado la fibra más humana de todos! Ese fue su primer milagro. Obviamente, la madre acogedora, laburante como muchas, no vivió los nueve meses de dulce espera, porque la beba vino de sopetón; tampoco tuvo permiso de maternidad en el trabajo; y, encima, cuando contaba la historia, la miraban raro. Lo menos subido de tono que le dijeron fue: "¡Estás loca!”, "¡Masoquista!”, "¡Te vas a encariñar!”, etc., etc., etc.
Hoy Milagros fue a nacer en una nueva familia, en “su” familia. Y sí, es una mezcla de sentimientos para la familia acogedora. Pero, aun así, colocando en la balanza de la vida, es mucho más lo que vino y quedó de lo que se fue. La familia acogedora tuvo sus primeras sonrisas; los hermanos aprendieron a compartir espacios y a salir del egoísmo; la niñera aprendió a valorar la vida; los inteligentes que vieron la película desde afuera, aprendieron a imitar acciones. Acoger a un bebé es encariñarnos con él; si no, no vale, no sirve.
Milagros tuvo un hogar, una familia tuvo una nueva hija, una esperada y soñada. Me puse a pensar que muchos niños nacen por “error”, otros “no estaban en los planes”, otros simplemente nacen y ya, se los acepta. Milagros quizá fue una niña con todas esas cualidades, pero le agregaron el abandono en un instante de su vida, aunque solo fue en un instante, porque después sería elegida, y en eso, ellos, los niños adoptados, llevan las de ganar. Ellos suman personas a su vida.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar, nuevamente sin cuestionar su accionar, en aquella madre... Una reina se perdió a esta princesa... En algún lugar... alguien se la perdió, porque, de haberla conocido, hubiera dado su vida por ella.