Tras perder el control del Congreso en las legislativas del domingo, el Gobierno argentino busca un entendimiento con la oposición para consensuar un plan económico y un nuevo acuerdo con el FMI que le permita librarse de pesados vencimientos que le aguardan a partir de 2022.
“Es tiempo de resolver el problema derivado de la deuda contraída por el gobierno que me precedió con el Fondo Monetario Internacional. Ese es el escollo más grande que enfrentamos para continuar en la senda de la recuperación económica y de la construcción de un país con más equidad”, dijo el presidente Alberto Fernández cuando el domingo por la noche llamó al diálogo a la oposición, en la que se encuentra precisamente su antecesor, el ex presidente Mauricio Macri.
El préstamo por 57.000 millones de dólares que el FMI concedió a Argentina durante el gobierno de Macri (2015-2019) es para Fernández uno de los dolores de cabeza más persistentes de su gestión.
Apenas asumió en diciembre de 2019, Fernández renunció a recibir los tramos pendientes y así el crédito quedó en 44.000 millones de dólares. Pero los vencimientos fueron previstos todos a lo largo de su mandato, con montos particularmente altos en 2022-2023, de más de 19.000 millones de dólares cada año.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, negocia desde el primer día un nuevo acuerdo, probablemente de facilidades extendidas, que permita reemplazar el actual y alargar los plazos de pago.
Mientras tanto, el Gobierno se comprometió a que cualquier convenio de ese tipo deberá recibir el aval del Congreso, donde luego de los comicios del domingo ninguna fuerza detenta la mayoría.
“Argentina necesita un nuevo calendario de vencimientos, que sea afrontable. No va a poder pagar los vencimientos como están programados ahora, no hay reservas para ello”, dijo a la AFP Joaquín Waldman, economista en el Centro de Estudio de Estado y Sociedad. Con una opinión pública muy contraria al FMI y a las políticas de ajuste fiscal, las negociaciones se han prolongado por casi dos años.
KIRCHNERISMO. Ricardo Rouvier, sociólogo y encuestador, no ve mayores dificultades en un entendimiento parlamentario que selle un nuevo acuerdo con el FMI. Pero advierte que los problemas podrían venir más bien de la propia alianza oficialista, que aglutina a peronistas de centro y de izquierda.
“Hay un problema con el Frente de Todos (ndlr: oficialismo) de cómo conciliar la letra chica del acuerdo. No hay margen para que el FMI haga algo muy diferente a lo que suele hacer. Al final habrá algún tipo de ajuste que el kirchnerismo duro no va a querer aceptar”, indicó.
“Seguramente habrá modificaciones en el sistema de control de cambios, que actualmente es de múltiples tipos de cambio, y en las metas fiscales”, refirió Waldman.
Esto en un contexto de crisis económica, en recesión desde 2018 de la cual recién comienza a salir el país, aunque con una de las tasas de inflación más elevadas del mundo (41,8% de enero a octubre) y más de 40% de la población en la pobreza.
Por primera vez desde el regreso de la democracia en 1983, el peronismo perdió la mayoría en el Senado.
“El gobierno quiere comprometer a la oposición en el acuerdo con el FMI porque por más que se diga que no va a haber ajuste, ajuste va a haber y a la gente no le va a gustar”, apuntó Rouvier.