Más de dos terceras partes de los países, clasificados en función de la percepción sobre los niveles de dicha lacra en el sector público, tienen un problema grave de corrupción y una puntuación inferior a 50 en una escala de 0 a 100.
La puntuación media, que se sitúa en 43, no mejoró en 2022 por undécimo año consecutivo, según informó la ONG con sede en Berlín, mientras que España se situó en 60 puntos (frente a 61 en 2021). “Vemos una clara correlación entre los niveles de corrupción y las posibilidades de conflicto e inseguridad en los países, así como una correlación entre los altos niveles de corrupción y la baja calidad de la democracia: poca independencia del poder judicial, falta de libertad de expresión, de libertad de prensa...”, explica la presidenta de TI, Delia Ferreira Rubio.
No obstante, advirtió de que en los países desarrollados con instituciones sólidas también se detectan casos de corrupción e hizo referencia a las irregularidades en la concesión de contratos públicos durante la pandemia en el Reino Unido.
En 2022, el país con la mayor percepción de corrupción fue Somalia, con una puntuación de 12 sobre 100 (donde 0 refleja la mayor corrupción), seguidos de Sudán del Sur y de Siria (13).
En el extremo opuesto, encabezando la clasificación como país más limpio, se encuentra Dinamarca (90), cerca de la cual se ubican Finlandia y Nueva Zelanda (87).
En los últimos 5 años, tan solo 8 países mejoraron su puntuación de forma significativa: Irlanda (77), Corea del Sur (63), Armenia (46), Vietnam (42), Maldivas (40), Moldavia (39), Angola (33) y Uzbekistán (31). En este periodo, 10 países sufrieron descensos significativos, con Luxemburgo (77) a la cabeza, seguido de Canadá (74), Reino Unido (73), Austria (71), Malasia (47), Mongolia (33), Pakistán (27), Honduras (23), Nicaragua (19) y Haití (17).
Además, en el último año, 26 países descendieron a mínimos históricos desde la creación del índice en 1995, entre ellos Catar (58), Guatemala (24) y el Reino Unido (73).
TI destaca que el mundo es cada vez menos pacífico y que existe un claro vínculo entre corrupción y violencia, que se retroalimentan como parte de un “círculo vicioso”. Así, en Rusia (28 puntos), que lanzó en febrero de 2022 su invasión de Ucrania (33), los cleptócratas acumularon fortunas inmensas prometiendo lealtad al presidente Vladimir Putin a cambio de obtener contratos lucrativos con el gobierno y de que se protejan sus intereses económicos, señala TI. Por el contrario, señaló Ferreira Rubio, en Ucrania las instituciones anticorrupción están funcionando incluso en medio de la guerra, como demuestra la investigación del fraude con las adquisiciones de alimentos para el Ejército.
En Sudán del Sur, en el contexto de una grave crisis humanitaria y tras décadas de conflicto, una red de políticos corruptos vinculados a la familia del presidente cometió fraude el año pasado con fondos destinados para ayudar a la población.