El proyecto, que será remitido al Congreso, plantea una serie de reformas al actual régimen, sobre la base constitucional de una jornada de 44 horas semanales, que puede llegar a un máximo de 48 horas con horas extras.
Una de las principales alteraciones incorpora un reciente fallo de la Corte Suprema, que da peso y validez legal a lo acordado en negociaciones colectivas, aún cuando no esté completamente ajustado a lo que establece la legislación laboral.
“Las negociaciones colectivas entre empleadores y trabajadores pasarán a tener fuerza de ley, aunque algunos puntos, como todos los relativos a la seguridad en el trabajo, no podrán ser objeto de esos acuerdos”, dijo el ministro de Trabajo, Ronaldo Nogueira, al hacer el anuncio junto al presidente Temer.
En el nuevo marco propuesto por el Gobierno, se podrán negociar una división de las vacaciones anuales hasta en tres períodos, una posible participación de los empleados en las ganancias de las empresas o incluso la división de la jornada de trabajo.
En ese último caso, un empleado pudiera llegar a trabajar hasta doce horas diarias, siempre y cuando sea compensado con una libranza de 36 horas después y todo se ajuste al límite máximo de 48 horas por semana.
Asimismo, se propone que los contratos de trabajo temporales, que no generan cargas laborales y la actual legislación limita a 90 días, lleguen a los 120 días y pueden ser prorrogados por ese mismo lapso, con lo que en la práctica se extenderían a unos ocho meses.
Ese último punto, según el Gobierno, animará a las empresas a contratar más personal y será uno de los factores que ayudará a reducir las tasas de desempleo, que superan actualmente el 11 %.
“Este es un regalo de Navidad”, declaró Temer, quien aseguró que la propuesta fue negociada con empresarios y sindicatos, por lo que “cuenta con un amplio consenso”.
No obstante, influyentes sindicatos obreros han protestado contra esas propuestas y afirmado que no han sido convocados para negociar sus términos.