Tras el pedido del Tribunal, fueron oídos los padres de la víctima, y fue la senadora quien recordó detalladamente hasta el momento de haberle encontrado a su hija Cecilia.
LOS HECHOS. Cecilia Cubas fue secuestrada el 21 de setiembre del 2004 y su madre recordó que ese día iba a la casa y su hija le seguía en su camioneta y que en un momento ya no le vio por el retrovisor. Al llegar a su casa escuchó un tiroteo y minutos después supo que la habían secuestrado.
Esa misma tarde la familia recibió una llamada en la que una voz masculina les dice: “Es para confirmar que esto es un secuestro, desde hoy mando yo. Cecilia está sana y está con nosotros”.
Desde ese momento, comenzaron las comunicaciones por llamadas y mensajes en sobres desde el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). La primera encomienda dejaron en el Shopping Multiplaza, en el baño de hombres, y le habían avisado a la amiga de Cecilia, Diana Sosa.
Con esto dio a entender que los secuestradores conocían todo de la joven. Justamente, Óscar Luis Benítez está sindicado de alquilar una casa cerca para vigilar sus hábitos y movimientos.
Ese primer mensaje contenía la foto de Cecilia, con dos esquelas de su puño y letra en el que escribió a sus padres, diciendo que estaba sana y que paguen el rescate de USD 5 millones. Los del EPP pidieron que se publique en el diario ÚH un aviso de venta de un terreno. Así siguieron las indicaciones del grupo a la familia, que pidió a las autoridades no involucrarse por ese momento. Les dejaron un correo y una contraseña para seguir comunicándose y les llamó la atención que utilizaban códigos propios de las FARC, como “fruta”, sobre el “rescate”.
Tras insistencias, los secuestradores bajaron el monto a USD 300.000. “Como última oportunidad” y con instrucciones, entregaron el dinero, con la promesa de que liberarían a Cecilia ese mismo día. Pero no pasó y enviaron otro mensaje diciendo que el monto volvía al inicial.
Al año siguiente, y sin más comunicaciones, el 16 de febrero, la senadora recibió una llamada del fiscal Óscar Latorre, avisando que la iban a llevar a un allanamiento, a una casa de Ñemby, donde finalmente encontraron a Cecilia, enterrada.
Encontraron una cinta adhesiva que le cubría la boca y la nariz, le habían asfixiado. La enterraron viva, esa es la verdad.
Mirta Gusinky
madre de Cecilia.
No encontramos rastros de tierra en el estómago ni en el esófago. La muerte se produjo por asfixia mecánica.
Pablo Lemir,
médico forense.
La enterraron viva, pero sedada
El médico forense Pablo Lemir dio detalles de los estudios externos, internos y complementarios que realizaron al cuerpo de la joven. Recordó que les llamó la atención que el cadáver no tenía ningún gusano, que pasa normalmente en un entierro. Entonces dijeron que podría haber sido enterrada viva; sin embargo, no había signos de lucha.
Tras exámenes realizados, analizando el cabello, encontraron que se le había dado sedantes y le taparon la nariz y la boca para que muera así. “Fue enterrada viva”, aseguró Lemir.